domingo, julio 30, 2006

Caricias



Esta es una recomendación muy seria para todos aquellos residentes en esa gran recreación de las trincheras de la I Guerra Mundial que es la villa de Madrid. En los cines Renoir de Plaza de España se proyecta desde el viernes pasado una copia recién restaurada de
Vivre sa vie, el cuarto largometraje dirigido por Jean-Luc Godard. También conocida como una de las más sólidas acreedoras del título de La Mejor Puta Película de la Historia. De verdad. Probablemente se trate de algunos de los 6 euros mejor invertidos de vuestra vida. Además, gracias a la plaza podéis contar con un concurrido punto de encuentro para posteriores politoxicomanías colectivas justo al lado.

Para indecisos: la película reune todos los elementos para ser una de las más absolutas cumbres del cine godardiano y, por extensión, del cine en sí mismo. Su exploración en clave brechtiana de la trágica historia de Nana, una joven parisina que termina en el mundo de la prostitución con una aflicción que en arriesgado paralelismo comparte con la Juana de Arco de Dreyer, sirve para descarnar la tragedia y la muerte, pero también para la constante experimentación cinematográfica de Godard con la narración, los tiempos, los encuadres, la forma de afrontar los diálogos –muchas veces de espaldas a los personajes, como si la cámara/espectador fuera un cliente más del bar donde se encuentran–, el juego con el audio y la mentira de la representación –atención a los cambios de plano cuando se producen al final de una frase–, etc. Como ya iniciara en Une femme est une femme, el texto escrito juega un papel muy importante en la exposición cinematográfica de la película. No solamente su estructura está dividida en 12 capítulos a modo de novela –al inicio de los cuales incluso se incluye un resumen de lo que se va a presenciar–, sino que, como en Les carabiniers, los insertos textuales sirven para distanciar al espectador de la inmediatez de la imagen y, una vez más, hacerle partícipe de que lo que ve es lo creado y no lo real.



Como no podía ser de otra forma, Anna Karina es la máxima protagonista de la cinta, objetivo constante de la cámara, que la retrata en un contrastado y precioso blanco y negro desde todos los ángulos físicos posibles para poder acercarse a los espirituales. Se dice que en esta película Godard acaricia con la lente a la actriz, que deja fluir todo su esplendor interpretativo concentrado en la permanente tristeza melancólica de sus arrebatadores ojos. No es que escaseen a lo largo de su carrera, pero sin duda esta es una de sus más bellas interpretaciones, charla trascendental con el filósofo Brice Parain incluida. A saber cuántas actrices más aguantarían un plano con la nuca con tanta elegancia y ternura como ella.

Si solamente vais al cine una vez al año, que sea esta. Y para quienes no tengan la suerte de vivir en una de las ciudades de Europa con más cortes de transporte público en verano, esta joya restaurada tiene prevista su salida en dvd en nuestro país a principios del año 2007 –aunque ahora mismo podéis encontrar otra copia en el lugar de siempre a la hora de siempre, claro–. Imprescindible, el hecho de poder disfrutarla proyectada en pantalla grande –ejem, los que conozcáis las salas de dicho cine gracias por contener las risas– no será lo mismo como verla por primera vez en 1962, un año tan clave para la cinematografía mundial que también traería La Jetée y L'Eclisse, pero desde luego que sí constituye todo lo que yo llamaría un gran acontecimiento.

viernes, julio 28, 2006

El calamar, la ballena



Noah Baumbach es el co-guionista de
The Life Aquatic y marido de Jennifer Jason Leigh. Aunque estos dos datos ya fueran suficientes para que contara con toda nuestra admiración, además ha realizado la que con mucha facilidad será una de las mejores películas del año: The Squid and the Whale. El cine indie americano ha experimentado en esta década 00 un resurgir popular imparable, en gran parte brindado por la pérdida de su "independencia" al pasar las productoras a ser controladas por divisiones de las majors de siempre, pero también por una cada vez máyor depuración estética, experimentación con las formas, costumbrismo excéntrico como argumento y exploración sistemática del triunvirato imprescindible para ser tomado en serio en estos circuitos: amor, sexo y muerte. Si el cine de blockbusters ha recibido el influjo de la publicidad y el video-clip de la mano de directores como Tony Scott, David Fincher o Michael Bay, esas otras dos artes audiovisuales en las que priman la rapidez y el asombro han sido asimiladas de muy diferente manera por otra clase de artistas: Spike Jonze, Michel Gondry, Paul Thomas Anderson, Wes Anderson, David O. Russell, Miranda July y un buen puñado más. Esa nueva formalidad lírica, atmósferas nacaradas y banda sonora repleta de grupos de indie pop-rock se han convertido en algunos de los signos identificadores externos de esta nueva generación.

The Squid and the Whale entronca con dicha corriente gracias a la personalidad de su realizador y la consabida excusa argumental sobre el desmoronamiento de los lazos en una familia, pero destaca precisamente por su determinación formal: cámara en mano, 16 mm. y fotografía de Robert D. Yeoman –el fotógrafo de todas las películas de Wes Anderson hasta la fecha–. Y es que, ambientada en 1986, la intención de la película es recrear la estética de esta misma clase de cine en aquella época, y decir cine independiente americano, años 80 y Brooklyn es decir Woody Allen. La mímesis es perfecta, y hay que alabar la determinación de Baumbach para traernos una magnífica cinta de los márgenes comerciales de los ochenta desde la industria indie de hoy, tan asentada como cualquier otra, ignorando deliberadamente sus propios modos y dogmas inquebrantables. O sea, que en vez de sonar Don't Panic de Coldplay en la banda sonora hay un poster de La maman et la putain presidiendo la pared de una habitación.

Obviamente, en una película que tal vital importancia da al guión y a mostrar los sentimientos de los personajes, el elenco actoral tiene que estar a la altura. Tras rodar un trío de películas con Eric Stolz durante los 90, para su cuarto trabajo ha contado para los papeles protagonistas con la siempre solvente Laura Linney y con Jeff Daniels, ese actor que pese a acumular grandes papeles como los brindados por Pleasentville, Woody Allen o los hermanos Farrelly cuesta tomársele en serio y desanclarle de la factura telefilmera-familiar hasta que le ves aquí o en Good night and good luck. Ambos están perfectos, pero sin embargo son los dos hijos, Jesse Eisenberg y Owen Kline, quienes brindan las interpretaciones más ajustadas y aplaudibles. Anna Paquin vuelve a confirmar con su participación que tiene mucho más que decir de lo que la saga de los X-Men le puede permitir –corran a ver la angular The 25th Hour si esta afirmación les parece exagerada–.

Como se trata de una gran película su distribución en nuestro país ha estado entre lo vergonzoso y lo clandestino –ya saben la particular aversión que tiene la mayor cadena nacional de salas de v.o. a las películas no habladas en lengua hispana–, así que les recomiendo hacerse con ella cuando salga el dvd si es que llega el día o robándola directamente del domicilio particular de Ramoncín.

miércoles, julio 26, 2006

FIB 2006

Una vez de vuelta del Festival de la Insolación de Benicàssim y después de la ducha desparasitaria y la recuperación física y psíquica de rigor, estas son algunas de las impresiones generales de mi primer FIB:

· Mi alojamiento en el camping del Recinto me permitió disfrutar de un interesante recorrido turístico por las desérticas afueras de Benicàssim desde la parada de autobús gracias a la señalización amablemente brindada por la organización, dispuesta de tal forma que impidiera ir por el camino más corto real que además contaba con, oh sí, esporádica sombra –por el señalizado llevaba décadas extinguida–; la impagable posibilidad de comprar botellas de 1'5 l. de agua a 2 € (comparativa: misma cantidad de líquido por 0'26 € en Mercadona; misma cantidad de dinero por 500 ml. en el Recinto); una increíble diversidad de arañas y demás fauna de insectos arrastrantes que disfrutaban de la condición de invernadero de nuestra tienda de campaña; duchas polares que, si no contamos los conciertos, podrían ser facilmente el mejor momento del festival; mantos de sombra artificial que no impedían que antes de las 10 de la mañana la luz y el calor penetraran de forma inmisericorde en la tienda fulminando toda posibilidad de dormir aunque acabaras de llegar apenas dos horas antes; noqueantes caminatas bajo el sol tragando polvo y jugandonos la vida cruzando carreteras y arcenes sin señalizar para llegar a los dos puntos clave del festival: el Mercadona y la plaza techada de al lado –qué Escenario Verde ni qué hostias–, lo de la playa es que ni nos lo planteamos.

· Grandes momentos gastronómicos: los croissants marca Hacendado son el mejor desayuno continental posible, el zumo tropical marca Hacendado caliente no provoca excesivas arcadas, el yoghourt líquido marca Hacendado bien frío es un excelente reanimador, el queso en lonchas marca Hacendado –¿había dicho ya que había un Mercadona?– derretido y después vuelto a solidificar forma una masa pasteurizada de imprevisibles cualidades alimenticias, la Salsa Penguins TM es el mejor saciante del universo, ni las láminas que aparecían desperdigadas por todo el camping ni nada, un bocado a una de esas hamburguesas y el tubo digestivo se cierra durante 12 horas.

· Había olvidado que no se trataba de unas jornadas de supervivencia, sino de un festival de música, así que vayamos con los grupos de los que pude disfrutar y obviaremos esas dolorosas ausencias que los absurdos horarios y la desmesurada masificación de público me impidieron ver (por doloroso orden de expectación: Yann Tiersen, Art Brut, We Are Scientists, Editors).



· 21. Demasiado tarde para ver 12Twuelve, la cita ineludible eran Babyshambles, pero confiados por su lógico poco tirón durante el Primavera no contamos con la masiva afluencia de ingleses en el festival que llenaron bastante la carpa, por lo que tanto nuestra perspectiva como la del cartel que solicitaba "Pills" –también como consecuencia del paso de Pete Doherty por el Primavera y su muestra de desprendimiento– no eran las ideales. No obstante, la decepción fue ver a un Pete menos drogado que de costumbre y al que no le pusieron suficientes cosas en el escenario para que pudiera tirarlas –ausencias imprescindibles: un tablero de ajedrez, un pollo de goma, una plancha–. En este caso la música era lo de menos. The Futureheads sí que sorprendieron a bastante gente con un concierto vibrante y una entrega que no tendría nada que envidiar al posterior de los Strokes. El ambiente ya se empezaba a caldear para la avalancha de los Pixies. Salieron de lo más punk y la gente enloqueció. Estaba realmente cerca del escenario y las avalanchas eran continuas y, en una ocasión, bastante peligrosas. La valla de protección saltó y hubo parón de 20 minutos, que aproveché para conseguir algo de líquido que equilibrara de nuevo el nivel de mi cuerpo después de todo el sudor expulsado y de paso, si volvían –algo de lo que tenía serias dudas–, poder ver el resto del concierto más retirado. Volvieron, y cómo, tocando sus mejores canciones de forma considerablemente más tranquila –sobre todo Where's my mind– y también con un sonido mejor que el de la primera parte. Un concierto enorme y que sin parón es probable que saliera en los anales musicales aunque quedáramos pocos para contarlo. Se hizo necesario reponer fuerzas y buscar la adrenalina caida por el suelo, lo que me hizo perderme Echo & The Bunnymen que degraciadamente creo que solamente verían los caídos en la batalla campal anterior animando con sus miembros mutilados. Después de haber visto así a los Pixies The Strokes saben a muy poco. El concierto estuvo dentro de unos cánones de calidad adecuados, pero como mi empatía con el grupo no es excesiva solamente disfruté con las canciones de su primer disco –parece que ellos mismos son conscientes de su nulidad posterior, pues tocaron unas cuantas–. Manta Ray tenía que hacer frente a un escenario demasiado desangelado tras las consecutivas debacles nocturnas anteriores y del que el grueso del público del festival, los ingleses, había desertado. Mucho mejor. Se adaptaron al entorno, sonaron muy, muy cañeros, pero tan lisérgicos y ambientales como siempre, toda una gran experiencia musical para tener a las 3 de la madrugada. Esta noche cerramos pronto en cuanto a Eme inexplicablemente le dio por poner chunda-chunda al final de su sesión en la carpa pop.



· 22. A las 17.30 se presentaba el primer dilema causado por mi falta de omnisciencia, puesto que tocaban a la vez Matt Elliott y Nadadora. La terrible disyuntiva tuvo fácil solución: la ausencia de previsión en forma de alarma de móvil hizo que me quedara dormido en plena plaza del pueblo. Sí que llegamos a tiempo para ver a The Organ, quienes aunque reconozco que suenan mucho mejor en disco no se merecen el vacíó que les hizo toda la gente con la que hablé. No sé, a mí me sigue dando morbo que la guitarra y la bajista estuvieran tan clavadas en el escenario. El primer plato fuerte del día fue un Morrissey muy correcto, pero excesivamente Raphael por momentos. Estupenda selección de canciones, carisma sobre el escenario, banda tremenda, Oscar Wilde de fondo y uno de los mejores finales de concierto de todo el festival. Bueno, el mejor. Mojave 3 alternaron muy bien el pop del principio con canciones más folk y lograron ir congregando cada vez más gente en torno al escenario –vale, eran ingleses con NME en vena cogiendo sitio para The Kooks, pero es bonito pensar lo otro–. Rufus Wainwright también cumplió, pese a equivocarse al tocar su preocupantemente demasiado conocida versión de Hallelujah –así es, si has llegado aquí por Google que sepas que esa canción es del puto genio Leonard Cohen– con su hermana. Quienes fueron al concierto de Nada Surf lo defienden como uno de los mejores de todo el festival... hacen que me plantee si debería haber ido, pero me daba pereza un menú nocturno demasiado repetitivo compuesto por Nada Surf, The Kooks, Franz Ferdinand y Morning Runner intercambiando ingredientes pero dando sabores similares. The Kooks, niñatos cabeza de cartel, tocaron una mierda de 40 minutos como creyéndose un grupo punk o algo (já), así que solamente pude escuchar las dos últimas canciones mientras nos acercábamos al Escenario Verde. Por encima del mismo Morrissey, la noche fue de Franz Ferdinand, menos nervioso por haberles visto hacía pocos meses en Madrid la verdad es que volví a disfrutar como nunca con un concierto muy parecido. Se metieron al público en el bolsillo desde la primera canción y en ningún momento se paró de bailar, darlo todo y botar. Apoteósico. Tanto que quedaban escasas fuerzas para Morning Runner por lo que, después de repostar en el Puesto de Información, caímos en las garras de la pista pop.



· 23. Día duro gastado en su mayor parte en esperar, sentado, de pie, inconsciente, esperar. Viví tres conciertos apoteósicos, pero me dolió dejar unos cuantos por el camino, sacrificados por el néctar de las primeras filas, ahora protegidas por un doble vallado que las hacían mucho más respirables. Lo poco que pude escuchar de lejos de She Wants Revenge camino del camping me gustó bastante, así que están apuntados para descargar. Desde las 19.30 de la tarde, durante más de siete horas sin comida ni bebida de ninguna clase –más que la que los ricos que compraban en el Recinto a veces generosamente te brindaban– pudimos ver dos conciertos apoteósicos y otro que podría haberlo sido pero quedó lastrado por las canciones. Madness estaban dispuestos a ser el mejor concierto del festival. Qué desenfreno, qué vitalidad. Miles de personas bailando ska, algunos gilipollas fans monolíticos de Depeche Mode leyendo o sentados indiferentes en su sitio de primera fila para apreciar bien luego la textura del paquete de David Gahan, pero mientras la hija pequeña (¿8-10 años?) de uno de los de Madness daba una brillante lección de cómo bailar ska en el escenario. Crack absoluta. Depeche Mode brillaron con una magnífica puesta en escena y el mejor trabajo visual de todo el festival, con increíbles efectos de video montados en directo que te obligaban a mirar constantemente a las pantallas con cada nuevo tema para ver qué habían montado esa vez. En cuanto al factor humano, espectáculo puro. Era el concierto más largo y no consiguió aburrir en ningún momento con sus canciones de 10 minutos. Demasiad@s fans histéric@s, pero mereció la pena. Placebo también estuvieron enormes: Molko tocó casi 14 guitarras distintas, Olsdal potenció la bisexualidad de muchos, el escenario casi se caía abajo de la potencia del sonido, pero... fue un concierto demasiado "gira Meds". Excesivas canciones del último album, pocos clásicos, ausencias dolorosas y sangrantes como las de Without You I'm Nothing o Pure Morning se notaron mucho. Inevitable sensación de coito interruptus que intentamos remediar con dEUS, pero para nada íbamos a cerrar tan maravilloso día empañándolo con The Rakes, así que los abandonados en los días previos Smirnoff y socialización fueron buenos colofones.

Y esto es todo, una vez vivida la experiencia FIB se hace necesario que el cartel aglutine tanta calidad como este año para que me vuelva a plantear el descubrimiento de esas partes de tu cuerpo que ni siquiera sabías que podían sudar. La comodidad del hogar en el Summercase o el césped de Paredes de Coura se configuran como interesantes alicientes a lo que sus carteles estén dispuestos a ofrecer en años venideros.

jueves, julio 13, 2006

Vacances



Es sabido de forma notoria que este blog no es que precisamente se caracterice por una gran profusión de actualizaciones, pero puesto que hasta finales de mes voy a estar lo más lejos posible que pueda de una conexión a internet e intentando alejarme de la civilización hasta todo lo que la remota naturaleza me lo permita; para después dejarme caer por ese festival de cuya edición del año pasado eché pestes aquí mismo. Qué se le va a hacer, todos tenemos un precio, y el mío han resultado ser la conjunción Pixies, Depeche Mode y Placebo entre otros. El FIB este año era una cita ineludible para este parasol.


Dejo el chiringuito con la persiana bajada y a ustedes con la inigualable compañía de Marianne y Pierrot en la cabecera. Como para los blogs los paros vacacionales representan una suerte de punto y aparte, esos propósitos de año nuevo que inevitablemente quedarán sin cumplir incluyen un mayor ritmo actualizador, lo prometo con la boca pequeña –pero sí que hay algunos temas que me rondan la mente, avisen a sus amistades–. Ya saben, busquen toldos y sombrillas en sus retiros, no se me quemen demasiado.

miércoles, julio 12, 2006

Mayo y el cine

Por un artículo que he estado escribiendo me he sumergido cinéfilamente en el mayo del 68, un periodo de la historia que ya de por sí es de mis highlights, así que aquí os dejo una relación de las películas que en mi opinión mejor tratan el tema.

1967. La chinoise, Jean-Luc Godard · La primera película en reflejar las protestas estudiantiles de mayo se realizó un año antes. Esta película "en proceso de realización" pudo muy fácilmente ser un referente para los revolucionarios posteriores, pues su naturaleza profética resulta innegable. Como recientemente ya hablé aquí de ella no me detendré más, solamente la recomiendo con fuerza. Hay que prestar atención al detalle del final, tan descorazonador como acertado.

1968. Un film comme les autres, Grupo Dziga Vertov · La primera película del Grupo Dziga Vertov formado por Godard y Gorin recogía a los estudiantes y trabajadores discutiendo la situación política, sin seguir su diálogo, simplemente dando una visión general de los acontecimientos. Los disturbios no aparecen filmados, pese a que se pudiera ver a Godard en ellos rodando con una cámara. Después reconocería a Chris Marker que no llevaba película.
1968. One Plus One: Sympathy for the Devil, Jean-Luc Godard · Godard quería hacer una biografía de Trotski protagonizada por John Lennon, pero parece ser que fueron los Rolling Stones los que se mostraron más receptivos a colaborar con el genial franco-suizo. Esta genial película recoge varios días de grabación del grupo mientras componen la canción Sympathy for the Devil –como todos sabemos, una de las mejores canciones de la historia– para su album Beggars Banquet. Obviamente Godard no se podía limitar solamente a meter su cámara en el estudio de grabación, por lo que intercala las apariciones de los Stones con pequeños segmentos de marcado carácter político sobre el black power y los Panteras Negras, junto a la magnífica aparición del personaje de Eve Democracy –interpretado por la dulce Anne Wiazemsky– que se dedica a responder a las preguntas trascendentales de un periodista. El fascinante plano-secuencia final vuelve a ser una reflexión metacinematográfica marca de la casa.
1972. Tout va bien, Jean-Luc Godard · Tras abandonar la experiancia Vertov Godard vuelve al cine convencional y narrativo –pero a su estilo, claro– con esta película, que quiere tratar el desarrollo de la lucha de clases en los cuatro años posteriores al 68. Secuestros de patrones en sus propias fábricas, gauchistas que asaltan un supermercado y dos estrellas, Yves Montand y Jane Fonda, interpretando la crisis espiritual y afectiva de quienes fueron activistas revolucionarios y ahora están plenamente integrados en el sistema, con trabajos frustrantes e inhibidores que les impiden entenderse a sí mismos y, por lo tanto, amarse.
1978. Grands soirs & petits matins, William Klein · El mejor documental que existe sobre mayo no se estrenó hasta diez años después. Lo primero que hizo el gran William Klein fue salir con su cámara a la calle y grabar todas las manifestaciones de los estudiantes y los trabajadores en huelga, así como las reuniones donde se pretendía coordinar el movimiento. Lo mejor es la sensación de cercanía de las imágenes de Klein, la urgencia de la búsqueda del plano más significativo y esas capturas de las discusiones dialécticas entre manifestantes y gaullistas en plena calle. Es el mejor retrato directo del momento y un documento audiovisual único.
1990. Milou en mai, Louis Malle · En esta película de Malle las protestas estudiantiles simplemente sirven de marco histórico, contexto para la narración, aunque su presencia se hace decisiva cuando la huelga impide a la familia de Milou celebrar el funeral de su madre.
1991. J'entends plus la guitare, Philippe Garrel · En un sentido parecido al de Tout va bien, Garrel explora las difíciles relaciones sentimentales de cuatro personajes que se encuentran perdidos ante su complejidad, tan distinta de la ligereza y musicalidad de la guitarra revolucionaria que abrazaron en su juventud.
2003. The dreamers, Bernardo Bertolucci · El que fuera director de la magnífica y también profética Prima della rivoluzione en 1964, hizo de su homenaje a una época y al cine que más le ha influido, la nouvelle vague francesa, uno de sus mejores largometrajes. Un trío a lo Jules et Jim se recluye en un piso de París para descubrir el cine, el sexo, el amor y, finalmente, el ansia de revolución. El decisivo descubrimiento de la musa de este blog, Eva Green, no tapa el resto de virtudes del filme, retrato de esa juventud intelectual-burguesa parisina formada cinéfilamente por Langlois y que, sacada de una pedrada del sueño de los justos en el que se había sumido, se lanza a la calle.
2005. Les amants réguliers, Philippe Garrel · La última aparición de mayo en el cine es también uno de sus mejores y más certeros retratos, por la distancia consciente que mantiene y por su amargamente dulce desmitificación. Tal y como comentaba, Garrel deja la revolución social y política en un segundo plano ante la revolución del nacimiento del amor. Una de las mejores películas de esta década tan nutrida de buen cine.

jueves, julio 06, 2006

Nostalgia en pequeñas dosis

Mucho ojito con el uso que hacéis de este enlace, llave a todo un pasado catódico, que puede causar ataques incontrolables de nostalgia aguda y romper pequeñas bolsitas de emociones y recuerdos que creíais olvidados. Melodías que habías olvidado pero de las que te sabes la letra, series que ni siquiera te acordabas de que pudieron llegar a existir, personajes de los que recuerdas el nombre al ver su silueta o actor, incluso la correlación exacta del inicio de tus gustos sexuales preadolescentes con la actualidad.
Alguna que otra vez había realizado búsquedas esporádicas por youtube relacionadas con este material, o había visto aquí o allí enlaces, pero lo que aparece en esa página es una lista tan completa y de fácil acceso que es realmente difícil resistirse al click nervioso. Un servidor lleva toda la tarde con los pelos de punta. Es realmente estremecedor lo fácil que resulta identificar a los que crecimos entre finales de los 80 y los 90. Y cada vez va a ir a más, empezó internet con esta clase de recopilaciones, luego Cuatro inició una política de reposiciones dedicadas a explotar el factor nostálgico. Nos queda buceo en vhs desgastado para rato.

domingo, julio 02, 2006

Córrete Vente con Edurne

Hay distintas formas de hacer una campaña de publicidad cutrona y desastrosa, por ejemplo la de la distribuidora de Lord of War, la última película de Andrew Niccol, encasquetándole la versión chunga y tópica del poster en nuestro país e ignorando el genial homenaje a Arcimboldo del original. También hace poco Iván nos informaba de cómo gracias a las perversiones del lenguaje una campaña de educación vial podía convertirse en pura apología del alcoholismo vespertino adolescente.
Para dar otro ejemplo de estas perversiones semánticas creo que merece la pena señalar la nueva campaña del champú Citrus Lift de Herbal Essences de este verano, que cuenta con la participación de Edurne la ex-concursante de OT más pija que los chiquiprecios. Como todos sabemos Herbal Essences –que pertenece al gigante Procter & Gamble, conglomerado que se reparte casi en monopolio con sus ditintas marcas el mercado mundial de la cosmética– suele construir sus anuncios en torno a chicas que gimen y orgasmean mientras se lavan el pelo con sus productos. Algo que seguramente habría sido muy original y trasngresor antes de la Transición pero que hoy en día resulta chabacano y de cierta vergüenza ajena.
Pues bien, en esta ocasión lo que podemos ver es a la susodicha modelo barra cantante, que encima aparece galardonada como El Pelo Más Sexy Del Verano (?) –lo que, ya puestos, me puede recordar que el otro día vi en el bus Los Ojos Emporrados Más Sexys De Julio, y esto sí sería verdad–, haciendo el paripé de poses, melenas al viento y cámara lenta propio de este tipo de anuncios, porque no es que los de champús y acondicionadores sean esas campañas a la vanguardia de la experimentación publicitaria, la verdad. Pero el motivo de esta llamada de atención no se encuentra en esas imágenes, aunque suponga pasar por alto el hecho evidente de que los falsos gemidos están cutronamente doblados por otra persona y el absurdo detalle de la cacatúa del final, cuyo análisis seguramente daría para un interesante estudio de campo sobre si las aves tienen pelo, sino en el añadido final a modo de promoción que incluyen estos spots. Ahí se anuncia que Herbal Essences patrocina la gira veraniega de la tía con su final aparición y enunciación de la frase definitiva de la campaña: "¿A qué esperas para venirte?"
(Dado que esta mancilladora de uno de los nombres más bonitos de nuestro idioma pretende infructuosamente convertirse en icono gay, este post ha visto pospuesta su publicación hasta hoy, hala).