viernes, octubre 26, 2007

Cortando cabezas para Halloween

O una serie de posts en los que intentaré ganarme la incomprensión y, en última instancia, enemistad de algunos de ustedes. No he estado en Sitges el Festival Internacional de Cinema de Catalunya, ni podré acudir a su reflejo donostiarra a celebrar en pocos días [···así que, TÚ, distribuidor turbado y azaroso, adquiere y estrena madridwilde Los Cronocrímenes de una vez, que si no a ver qué hago yo con el Top de fin de año sin verla···], pero aun así me permitiré el lujo de sentar cátedra sobre cierta corriente del cine de terror moderno. En la diana: James Gunn, Eli Roth y Rob Zombie. Casi nada. (Meterse con Christopher Smith ya lo considero carente de cualquier atisbo de morbo). Como no todo debería ser negatividad incontenida, lo mismo cae alguna recomendación para que sea considerada en sus maratones cinéfagas de la Noche de los Muertos... pero, sinceramente, seguro que ustedes las conocen ya mejor que yo.

miércoles, octubre 24, 2007

Parfum

Los anuncios de perfumes son un terreno abonado para el más básico arquetipo publicitario. No hay nada sobre el producto que anuncian que se pueda expresar directa y fielmente (en términos de recepción) a través de la imagen, tanto fija como en movimiento. Ok, ni los anuncios de coches hablan de coches, ni los de Coca-Cola de bebidas carbohidratadas, pero sí suelen recurrir a mostrar el producto; y mostrarlo de una forma que resulte atractiva. Los publicistas de perfumes sólo podrían mostrarnos un puñado de partículas de aceites y alcohol mezcladas y expulsadas de un recipiente lo más estilosamente atractivo posible. Poca cosa. De ahí que se opte por otras posibilidades más atrayentes a priori que las formas de un frasco: tabletas de chocolate remojadas en agua con la melena al viento y sombras bulímicas bajo los efectos de la hipnosis, la mayoría de las veces.


Pero hay otras ocasiones en las que se trasciende de los flashes y apariencia de simples photo-shoots filmados, para zambullirse de lleno en brillantes narraciones de 30 segundos. Curiosamente, los dos referentes en este campo vienen de la mano de sendos directores de cine, con innegable gusto visual y especialistas en dilatar-acortar el tiempo a su antojo. Hasta ahora el famoso Little Red Riding Hood de Luc Besson para Chanel No. 5 [honores también a Tex Avery] era el máximo exponente en este campo. Este año, Wong Kar Wai en su campaña Midnight Poison para Dior también ha optado por reinterpretar un cuento infantil, la Cenicienta. Como en el caso de la Caperucita fiestera interpretada por Estella Warren, que se emancipaba para perderse en la base de la fálica torre parisina por excelencia, aquí la protagonista también da la vuelta al relato original del que procede. Si en la Cenicienta que todos los lobotomizados por Disney conocemos ese umbral de las 12 de la noche, que hacía que su vestido, carroza, chapita con la Union Jack y recto flequillo Cleopatra se convirtieran en unos harapos, una calabaza, un pin de Shakira y una maraña de pelo rizado, simbolizaba la pérdida de la virginidad y casta inocencia femenina (o, para las tiernas mentes infantildolescentes, cómo las chicas que salen los findes y se quedan hasta las tantas son unas putas... [afortunadamente luego Grease les enseñaría que precisamente ese es el camino a seguir, pero eso es otra historia]), aquí de lo que se trata es de todo lo contrario: a las 12 es cuando empieza lo mejor de la fiesta.



Eva Green (para la que ya no nos quedan palabras en este blog) se prepara en los habituales encuadres esquivos de WKW antes de salir. En ningún momento le vemos utilizar el perfume. Es un elemento tan secundario y sobreentendido por el público que no aparecerá hasta su imagen comercial del final. Se puede decir que la cámara hasta hace más hincapié en el calzado de la chica que en lo que de verdad se quiere anunciar. La publicidad trabaja con lo obvio, lo fácilmente reconocible y desentrañable en un segundo, por lo que la fría atmósfera azul de saturación fassbinderiana en todas las imágenes en contraste con los rojos labios de la Green ya se dan como dominados por la mayoría (noche-oscuridad-luna-azul-muerte... la erótica del tánatos). Lo mejor aquí es ver cómo los movimientos circulares del cuerpo que baila y gira se quiebran gracias al montaje dando lugar a esas escaleras gaudinianas que baja la protagonista (y que también se dan un punto a objeto blando de Dalí) al compás del Space Dementia de Muse. Desde una mirada puramente estética, dudo que sea posible ver este año algo más bello que esos dos planos de carrera por el metro.

Al final, la culminación necesaria e inverosímil, en la que a las doce de la noche la lámpara de la fiesta se rompe en mil pedazos y Cenicienta se lanza por los aires mostrando sus bajos a todos los asistentes felizmente acribillados por los trozos de vidrio que les caen encima. Nada hay en esas imágenes de éxtasis y desenfreno que no supongan lo que buscaba la chica de Perrault, el reconocimiento social en los fiestorros de palacio. Ahí tenemos el pie para iniciar el debate sobre cuánta innovación no formal tiene hueco en la publicidad, medio conservador por excelencia (y necesidad): ¿una mujer que utiliza perfume persiste en esa condición de objeto que tantos publicistas resaltan, cuando es notoria a lo largo del vídeo su voluntad y, literal, elevación por encima de los demás? ¿O es precisamente en el hecho de que esa superioridad sea presentada como un deseo, algo en principio inalcanzable, donde radica el anclaje sexista en este caso? A mí no me pregunten, en esta ocasión me siento desarmado y formalista como el que más, así que en otra hablaremos de los malos usos de la publicidad para el progreso social. Con los aspectos que me interesan del anuncio, lo tengo clarísimo: obra maestra.

viernes, octubre 19, 2007

Comeback, The

La verdad es que da un poco de vértigo comprobar la cantidad de tiempo que ha pasado desde aquel último post en el que, de resaca donostiarra –este año, sigh, extrafestivalera–, me dediqué a glosar las virtudes de una película protagonizada por ¡Juan José Ballesta y María Valverde! Sólo han sido unos escasos tres meses y pico de convención temporal, pero exactamente dos días después de dicha publicación se abrió ante mí un tifón de experiencias vitales, laborales y afectivas que arrasó de manera fulminante con la línea espacio-tiempo de mi existencia –esto va completamente en serio–. Con el paso de los días y meses, para mí reducidos a un contínuo de horas luz-oscuridad ensambladas, dicho tifón ha experimentado multitud de mutaciones en su estructura, unas más concomitantes que otras, a lo largo de las cuales uno ha tenido la oportunidad de examinar a tope su capacidad de adaptación al medio.

(Algunos cambios homeostáticos: sedentarismo de transporte público en paralelo a turismo peninsular de mochila roja, evolución vocacional activa, destrucción de las neuronas débiles, adicción a la cafeína renovada, recepción de postales dentro de sobres, abandono de cultura popular superior a 30 minutos de duración máxima, proliferación de sucesos con naturaleza de punto de inflexión, la ruptura del umbral, la vuelta a la inutilidad académica, cambiar miradas por llamadas, buscar las horas por las esquinas en consenso de prioridades, suicida acumulación de proyectos, intermitencias sociales felizmente recuperadas, desplazamientos que duelen y rasgan).


Pero no se me olvida la naturaleza de este blog, no enfocado a detallar los avatares de mi vida sin incrustarlos con cierta torpeza en paranoico-críticas reflexiones sobre la high y la pop culture, así que ya es suficiente. Recuperamos la actividad. No faltaron excusas para hacer esto mismo en muchos otros momentos: un verano en el que se accede a Opus magnum como V., Blood Meridian y Death Proof da para mucho blanco sobre azul, aunque los ratos libres no acompañen. De momento, pronto intentaré diseccionar uno de los mejores anuncios objetos estéticos publicitario-audiovisuales nacido de la unión multidisciplinar de talentos que se han podido ver en mucho tiempo. Como ven, aquí las seguimos tirando dobladas y no compartimos lo que nos metemos con nadie.

Ah, sí, pero yo quería hablar de algo más importante y trascendental que este breve despunte de activación blogosférica. Ya ha nacido algo mucho más titánico y aglutinador de talentos de la última década rebosantes de eclectismo que el anuncio de Dior –y con el mismo estilazo y talento estético–. Inmenso para glosarlo, simplemente entren y adórenlo en su grandeza: EliteVisión No se trata simplemente (?) de un blog colectivo de análisis kamikazes de series de televisión, dispuesto a detallar pormenorizadamente y con espíritu suicida los defectos y virtudes de algunos de los mejores y más generacionales productos catódicos; es el todo eso –atención a la forma en que me marco un final simétrico– hecho por una serie de nombres que da verdadero vértigo.