FIB 2006
Una vez de vuelta del Festival de la Insolación de Benicàssim y después de la ducha desparasitaria y la recuperación física y psíquica de rigor, estas son algunas de las impresiones generales de mi primer FIB:
· Mi alojamiento en el camping del Recinto me permitió disfrutar de un interesante recorrido turístico por las desérticas afueras de Benicàssim desde la parada de autobús gracias a la señalización amablemente brindada por la organización, dispuesta de tal forma que impidiera ir por el camino más corto real que además contaba con, oh sí, esporádica sombra –por el señalizado llevaba décadas extinguida–; la impagable posibilidad de comprar botellas de 1'5 l. de agua a 2 € (comparativa: misma cantidad de líquido por 0'26 € en Mercadona; misma cantidad de dinero por 500 ml. en el Recinto); una increíble diversidad de arañas y demás fauna de insectos arrastrantes que disfrutaban de la condición de invernadero de nuestra tienda de campaña; duchas polares que, si no contamos los conciertos, podrían ser facilmente el mejor momento del festival; mantos de sombra artificial que no impedían que antes de las 10 de la mañana la luz y el calor penetraran de forma inmisericorde en la tienda fulminando toda posibilidad de dormir aunque acabaras de llegar apenas dos horas antes; noqueantes caminatas bajo el sol tragando polvo y jugandonos la vida cruzando carreteras y arcenes sin señalizar para llegar a los dos puntos clave del festival: el Mercadona y la plaza techada de al lado –qué Escenario Verde ni qué hostias–, lo de la playa es que ni nos lo planteamos.
· Grandes momentos gastronómicos: los croissants marca Hacendado son el mejor desayuno continental posible, el zumo tropical marca Hacendado caliente no provoca excesivas arcadas, el yoghourt líquido marca Hacendado bien frío es un excelente reanimador, el queso en lonchas marca Hacendado –¿había dicho ya que había un Mercadona?– derretido y después vuelto a solidificar forma una masa pasteurizada de imprevisibles cualidades alimenticias, la Salsa Penguins TM es el mejor saciante del universo, ni las láminas que aparecían desperdigadas por todo el camping ni nada, un bocado a una de esas hamburguesas y el tubo digestivo se cierra durante 12 horas.
· Había olvidado que no se trataba de unas jornadas de supervivencia, sino de un festival de música, así que vayamos con los grupos de los que pude disfrutar y obviaremos esas dolorosas ausencias que los absurdos horarios y la desmesurada masificación de público me impidieron ver (por doloroso orden de expectación: Yann Tiersen, Art Brut, We Are Scientists, Editors).
· 21. Demasiado tarde para ver 12Twuelve, la cita ineludible eran Babyshambles, pero confiados por su lógico poco tirón durante el Primavera no contamos con la masiva afluencia de ingleses en el festival que llenaron bastante la carpa, por lo que tanto nuestra perspectiva como la del cartel que solicitaba "Pills" –también como consecuencia del paso de Pete Doherty por el Primavera y su muestra de desprendimiento– no eran las ideales. No obstante, la decepción fue ver a un Pete menos drogado que de costumbre y al que no le pusieron suficientes cosas en el escenario para que pudiera tirarlas –ausencias imprescindibles: un tablero de ajedrez, un pollo de goma, una plancha–. En este caso la música era lo de menos. The Futureheads sí que sorprendieron a bastante gente con un concierto vibrante y una entrega que no tendría nada que envidiar al posterior de los Strokes. El ambiente ya se empezaba a caldear para la avalancha de los Pixies. Salieron de lo más punk y la gente enloqueció. Estaba realmente cerca del escenario y las avalanchas eran continuas y, en una ocasión, bastante peligrosas. La valla de protección saltó y hubo parón de 20 minutos, que aproveché para conseguir algo de líquido que equilibrara de nuevo el nivel de mi cuerpo después de todo el sudor expulsado y de paso, si volvían –algo de lo que tenía serias dudas–, poder ver el resto del concierto más retirado. Volvieron, y cómo, tocando sus mejores canciones de forma considerablemente más tranquila –sobre todo Where's my mind– y también con un sonido mejor que el de la primera parte. Un concierto enorme y que sin parón es probable que saliera en los anales musicales aunque quedáramos pocos para contarlo. Se hizo necesario reponer fuerzas y buscar la adrenalina caida por el suelo, lo que me hizo perderme Echo & The Bunnymen que degraciadamente creo que solamente verían los caídos en la batalla campal anterior animando con sus miembros mutilados. Después de haber visto así a los Pixies The Strokes saben a muy poco. El concierto estuvo dentro de unos cánones de calidad adecuados, pero como mi empatía con el grupo no es excesiva solamente disfruté con las canciones de su primer disco –parece que ellos mismos son conscientes de su nulidad posterior, pues tocaron unas cuantas–. Manta Ray tenía que hacer frente a un escenario demasiado desangelado tras las consecutivas debacles nocturnas anteriores y del que el grueso del público del festival, los ingleses, había desertado. Mucho mejor. Se adaptaron al entorno, sonaron muy, muy cañeros, pero tan lisérgicos y ambientales como siempre, toda una gran experiencia musical para tener a las 3 de la madrugada. Esta noche cerramos pronto en cuanto a Eme inexplicablemente le dio por poner chunda-chunda al final de su sesión en la carpa pop.
· 22. A las 17.30 se presentaba el primer dilema causado por mi falta de omnisciencia, puesto que tocaban a la vez Matt Elliott y Nadadora. La terrible disyuntiva tuvo fácil solución: la ausencia de previsión en forma de alarma de móvil hizo que me quedara dormido en plena plaza del pueblo. Sí que llegamos a tiempo para ver a The Organ, quienes aunque reconozco que suenan mucho mejor en disco no se merecen el vacíó que les hizo toda la gente con la que hablé. No sé, a mí me sigue dando morbo que la guitarra y la bajista estuvieran tan clavadas en el escenario. El primer plato fuerte del día fue un Morrissey muy correcto, pero excesivamente Raphael por momentos. Estupenda selección de canciones, carisma sobre el escenario, banda tremenda, Oscar Wilde de fondo y uno de los mejores finales de concierto de todo el festival. Bueno, el mejor. Mojave 3 alternaron muy bien el pop del principio con canciones más folk y lograron ir congregando cada vez más gente en torno al escenario –vale, eran ingleses con NME en vena cogiendo sitio para The Kooks, pero es bonito pensar lo otro–. Rufus Wainwright también cumplió, pese a equivocarse al tocar su preocupantemente demasiado conocida versión de Hallelujah –así es, si has llegado aquí por Google que sepas que esa canción es del puto genio Leonard Cohen– con su hermana. Quienes fueron al concierto de Nada Surf lo defienden como uno de los mejores de todo el festival... hacen que me plantee si debería haber ido, pero me daba pereza un menú nocturno demasiado repetitivo compuesto por Nada Surf, The Kooks, Franz Ferdinand y Morning Runner intercambiando ingredientes pero dando sabores similares. The Kooks, niñatos cabeza de cartel, tocaron una mierda de 40 minutos como creyéndose un grupo punk o algo (já), así que solamente pude escuchar las dos últimas canciones mientras nos acercábamos al Escenario Verde. Por encima del mismo Morrissey, la noche fue de Franz Ferdinand, menos nervioso por haberles visto hacía pocos meses en Madrid la verdad es que volví a disfrutar como nunca con un concierto muy parecido. Se metieron al público en el bolsillo desde la primera canción y en ningún momento se paró de bailar, darlo todo y botar. Apoteósico. Tanto que quedaban escasas fuerzas para Morning Runner por lo que, después de repostar en el Puesto de Información, caímos en las garras de la pista pop.
· 23. Día duro gastado en su mayor parte en esperar, sentado, de pie, inconsciente, esperar. Viví tres conciertos apoteósicos, pero me dolió dejar unos cuantos por el camino, sacrificados por el néctar de las primeras filas, ahora protegidas por un doble vallado que las hacían mucho más respirables. Lo poco que pude escuchar de lejos de She Wants Revenge camino del camping me gustó bastante, así que están apuntados para descargar. Desde las 19.30 de la tarde, durante más de siete horas sin comida ni bebida de ninguna clase –más que la que los ricos que compraban en el Recinto a veces generosamente te brindaban– pudimos ver dos conciertos apoteósicos y otro que podría haberlo sido pero quedó lastrado por las canciones. Madness estaban dispuestos a ser el mejor concierto del festival. Qué desenfreno, qué vitalidad. Miles de personas bailando ska, algunos gilipollas fans monolíticos de Depeche Mode leyendo o sentados indiferentes en su sitio de primera fila para apreciar bien luego la textura del paquete de David Gahan, pero mientras la hija pequeña (¿8-10 años?) de uno de los de Madness daba una brillante lección de cómo bailar ska en el escenario. Crack absoluta. Depeche Mode brillaron con una magnífica puesta en escena y el mejor trabajo visual de todo el festival, con increíbles efectos de video montados en directo que te obligaban a mirar constantemente a las pantallas con cada nuevo tema para ver qué habían montado esa vez. En cuanto al factor humano, espectáculo puro. Era el concierto más largo y no consiguió aburrir en ningún momento con sus canciones de 10 minutos. Demasiad@s fans histéric@s, pero mereció la pena. Placebo también estuvieron enormes: Molko tocó casi 14 guitarras distintas, Olsdal potenció la bisexualidad de muchos, el escenario casi se caía abajo de la potencia del sonido, pero... fue un concierto demasiado "gira Meds". Excesivas canciones del último album, pocos clásicos, ausencias dolorosas y sangrantes como las de Without You I'm Nothing o Pure Morning se notaron mucho. Inevitable sensación de coito interruptus que intentamos remediar con dEUS, pero para nada íbamos a cerrar tan maravilloso día empañándolo con The Rakes, así que los abandonados en los días previos Smirnoff y socialización fueron buenos colofones.
Y esto es todo, una vez vivida la experiencia FIB se hace necesario que el cartel aglutine tanta calidad como este año para que me vuelva a plantear el descubrimiento de esas partes de tu cuerpo que ni siquiera sabías que podían sudar. La comodidad del hogar en el Summercase o el césped de Paredes de Coura se configuran como interesantes alicientes a lo que sus carteles estén dispuestos a ofrecer en años venideros.
· Mi alojamiento en el camping del Recinto me permitió disfrutar de un interesante recorrido turístico por las desérticas afueras de Benicàssim desde la parada de autobús gracias a la señalización amablemente brindada por la organización, dispuesta de tal forma que impidiera ir por el camino más corto real que además contaba con, oh sí, esporádica sombra –por el señalizado llevaba décadas extinguida–; la impagable posibilidad de comprar botellas de 1'5 l. de agua a 2 € (comparativa: misma cantidad de líquido por 0'26 € en Mercadona; misma cantidad de dinero por 500 ml. en el Recinto); una increíble diversidad de arañas y demás fauna de insectos arrastrantes que disfrutaban de la condición de invernadero de nuestra tienda de campaña; duchas polares que, si no contamos los conciertos, podrían ser facilmente el mejor momento del festival; mantos de sombra artificial que no impedían que antes de las 10 de la mañana la luz y el calor penetraran de forma inmisericorde en la tienda fulminando toda posibilidad de dormir aunque acabaras de llegar apenas dos horas antes; noqueantes caminatas bajo el sol tragando polvo y jugandonos la vida cruzando carreteras y arcenes sin señalizar para llegar a los dos puntos clave del festival: el Mercadona y la plaza techada de al lado –qué Escenario Verde ni qué hostias–, lo de la playa es que ni nos lo planteamos.
· Grandes momentos gastronómicos: los croissants marca Hacendado son el mejor desayuno continental posible, el zumo tropical marca Hacendado caliente no provoca excesivas arcadas, el yoghourt líquido marca Hacendado bien frío es un excelente reanimador, el queso en lonchas marca Hacendado –¿había dicho ya que había un Mercadona?– derretido y después vuelto a solidificar forma una masa pasteurizada de imprevisibles cualidades alimenticias, la Salsa Penguins TM es el mejor saciante del universo, ni las láminas que aparecían desperdigadas por todo el camping ni nada, un bocado a una de esas hamburguesas y el tubo digestivo se cierra durante 12 horas.
· Había olvidado que no se trataba de unas jornadas de supervivencia, sino de un festival de música, así que vayamos con los grupos de los que pude disfrutar y obviaremos esas dolorosas ausencias que los absurdos horarios y la desmesurada masificación de público me impidieron ver (por doloroso orden de expectación: Yann Tiersen, Art Brut, We Are Scientists, Editors).
· 21. Demasiado tarde para ver 12Twuelve, la cita ineludible eran Babyshambles, pero confiados por su lógico poco tirón durante el Primavera no contamos con la masiva afluencia de ingleses en el festival que llenaron bastante la carpa, por lo que tanto nuestra perspectiva como la del cartel que solicitaba "Pills" –también como consecuencia del paso de Pete Doherty por el Primavera y su muestra de desprendimiento– no eran las ideales. No obstante, la decepción fue ver a un Pete menos drogado que de costumbre y al que no le pusieron suficientes cosas en el escenario para que pudiera tirarlas –ausencias imprescindibles: un tablero de ajedrez, un pollo de goma, una plancha–. En este caso la música era lo de menos. The Futureheads sí que sorprendieron a bastante gente con un concierto vibrante y una entrega que no tendría nada que envidiar al posterior de los Strokes. El ambiente ya se empezaba a caldear para la avalancha de los Pixies. Salieron de lo más punk y la gente enloqueció. Estaba realmente cerca del escenario y las avalanchas eran continuas y, en una ocasión, bastante peligrosas. La valla de protección saltó y hubo parón de 20 minutos, que aproveché para conseguir algo de líquido que equilibrara de nuevo el nivel de mi cuerpo después de todo el sudor expulsado y de paso, si volvían –algo de lo que tenía serias dudas–, poder ver el resto del concierto más retirado. Volvieron, y cómo, tocando sus mejores canciones de forma considerablemente más tranquila –sobre todo Where's my mind– y también con un sonido mejor que el de la primera parte. Un concierto enorme y que sin parón es probable que saliera en los anales musicales aunque quedáramos pocos para contarlo. Se hizo necesario reponer fuerzas y buscar la adrenalina caida por el suelo, lo que me hizo perderme Echo & The Bunnymen que degraciadamente creo que solamente verían los caídos en la batalla campal anterior animando con sus miembros mutilados. Después de haber visto así a los Pixies The Strokes saben a muy poco. El concierto estuvo dentro de unos cánones de calidad adecuados, pero como mi empatía con el grupo no es excesiva solamente disfruté con las canciones de su primer disco –parece que ellos mismos son conscientes de su nulidad posterior, pues tocaron unas cuantas–. Manta Ray tenía que hacer frente a un escenario demasiado desangelado tras las consecutivas debacles nocturnas anteriores y del que el grueso del público del festival, los ingleses, había desertado. Mucho mejor. Se adaptaron al entorno, sonaron muy, muy cañeros, pero tan lisérgicos y ambientales como siempre, toda una gran experiencia musical para tener a las 3 de la madrugada. Esta noche cerramos pronto en cuanto a Eme inexplicablemente le dio por poner chunda-chunda al final de su sesión en la carpa pop.
· 22. A las 17.30 se presentaba el primer dilema causado por mi falta de omnisciencia, puesto que tocaban a la vez Matt Elliott y Nadadora. La terrible disyuntiva tuvo fácil solución: la ausencia de previsión en forma de alarma de móvil hizo que me quedara dormido en plena plaza del pueblo. Sí que llegamos a tiempo para ver a The Organ, quienes aunque reconozco que suenan mucho mejor en disco no se merecen el vacíó que les hizo toda la gente con la que hablé. No sé, a mí me sigue dando morbo que la guitarra y la bajista estuvieran tan clavadas en el escenario. El primer plato fuerte del día fue un Morrissey muy correcto, pero excesivamente Raphael por momentos. Estupenda selección de canciones, carisma sobre el escenario, banda tremenda, Oscar Wilde de fondo y uno de los mejores finales de concierto de todo el festival. Bueno, el mejor. Mojave 3 alternaron muy bien el pop del principio con canciones más folk y lograron ir congregando cada vez más gente en torno al escenario –vale, eran ingleses con NME en vena cogiendo sitio para The Kooks, pero es bonito pensar lo otro–. Rufus Wainwright también cumplió, pese a equivocarse al tocar su preocupantemente demasiado conocida versión de Hallelujah –así es, si has llegado aquí por Google que sepas que esa canción es del puto genio Leonard Cohen– con su hermana. Quienes fueron al concierto de Nada Surf lo defienden como uno de los mejores de todo el festival... hacen que me plantee si debería haber ido, pero me daba pereza un menú nocturno demasiado repetitivo compuesto por Nada Surf, The Kooks, Franz Ferdinand y Morning Runner intercambiando ingredientes pero dando sabores similares. The Kooks, niñatos cabeza de cartel, tocaron una mierda de 40 minutos como creyéndose un grupo punk o algo (já), así que solamente pude escuchar las dos últimas canciones mientras nos acercábamos al Escenario Verde. Por encima del mismo Morrissey, la noche fue de Franz Ferdinand, menos nervioso por haberles visto hacía pocos meses en Madrid la verdad es que volví a disfrutar como nunca con un concierto muy parecido. Se metieron al público en el bolsillo desde la primera canción y en ningún momento se paró de bailar, darlo todo y botar. Apoteósico. Tanto que quedaban escasas fuerzas para Morning Runner por lo que, después de repostar en el Puesto de Información, caímos en las garras de la pista pop.
· 23. Día duro gastado en su mayor parte en esperar, sentado, de pie, inconsciente, esperar. Viví tres conciertos apoteósicos, pero me dolió dejar unos cuantos por el camino, sacrificados por el néctar de las primeras filas, ahora protegidas por un doble vallado que las hacían mucho más respirables. Lo poco que pude escuchar de lejos de She Wants Revenge camino del camping me gustó bastante, así que están apuntados para descargar. Desde las 19.30 de la tarde, durante más de siete horas sin comida ni bebida de ninguna clase –más que la que los ricos que compraban en el Recinto a veces generosamente te brindaban– pudimos ver dos conciertos apoteósicos y otro que podría haberlo sido pero quedó lastrado por las canciones. Madness estaban dispuestos a ser el mejor concierto del festival. Qué desenfreno, qué vitalidad. Miles de personas bailando ska, algunos gilipollas fans monolíticos de Depeche Mode leyendo o sentados indiferentes en su sitio de primera fila para apreciar bien luego la textura del paquete de David Gahan, pero mientras la hija pequeña (¿8-10 años?) de uno de los de Madness daba una brillante lección de cómo bailar ska en el escenario. Crack absoluta. Depeche Mode brillaron con una magnífica puesta en escena y el mejor trabajo visual de todo el festival, con increíbles efectos de video montados en directo que te obligaban a mirar constantemente a las pantallas con cada nuevo tema para ver qué habían montado esa vez. En cuanto al factor humano, espectáculo puro. Era el concierto más largo y no consiguió aburrir en ningún momento con sus canciones de 10 minutos. Demasiad@s fans histéric@s, pero mereció la pena. Placebo también estuvieron enormes: Molko tocó casi 14 guitarras distintas, Olsdal potenció la bisexualidad de muchos, el escenario casi se caía abajo de la potencia del sonido, pero... fue un concierto demasiado "gira Meds". Excesivas canciones del último album, pocos clásicos, ausencias dolorosas y sangrantes como las de Without You I'm Nothing o Pure Morning se notaron mucho. Inevitable sensación de coito interruptus que intentamos remediar con dEUS, pero para nada íbamos a cerrar tan maravilloso día empañándolo con The Rakes, así que los abandonados en los días previos Smirnoff y socialización fueron buenos colofones.
Y esto es todo, una vez vivida la experiencia FIB se hace necesario que el cartel aglutine tanta calidad como este año para que me vuelva a plantear el descubrimiento de esas partes de tu cuerpo que ni siquiera sabías que podían sudar. La comodidad del hogar en el Summercase o el césped de Paredes de Coura se configuran como interesantes alicientes a lo que sus carteles estén dispuestos a ofrecer en años venideros.
2 Comments:
A mí me hubiera gustado ver a Madness: me encantan los abuelos llenos de energía.
Pues los de Madness fueron lo peor. Fueron soporíferos, horteras y totalmente ridículos.
Por lo demás, estoy de acuerdo en todo.
Ah! por último: viva l@s FANS HISTERIC@s!!!!
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