lunes, agosto 28, 2006

Apuntes sobre 24

Aprovechando sus recién conseguidos dos premios Emmy, me animo a expresar mis impresiones sobre lo que llevo visto de 24.

Primera Temporada · Tanto en un principio como mirada de forma retrospectiva considero que está entre floja y mediocre. Para mí supuso una gran decepción ver la serie por primera vez después de todas las bondades que les había escuchado a sus seguidores, algunos incluso cahieristas. Lo cierto es que, salvo la presencia en los primeros episodios de la estupenda Mia Kirshner, algunos logros en cuanto a realización –que quedaban eclipsados por chapuzas televisivas posteriores– y, sobre todo, dos brillantes set-pieces al más puro estilo De Palma en los capítulos 17 y 18, poco más puedo salvar de una primera temporada en la que se nota demasiado el alargamiento que sufrió la trama cuando la audiencia respondió: esquemas repetidos, incoherencias argumentales y comportamiento incongruente de los personajes... Por si fuera poco, la buscada sorpresa final que consistía en la revelación de la identidad del topo también me pareció excesivamente improvisada una vez que se terminaba la temporada, unido a una insufrible cadena de tópicos y clichés del thriller más rancio en el que habían caído los últimos episodios. Sin embargo, tengo que reconocer que la serie se dejaba ver de forma medianamente entretenida.

Segunda Temporada · Después de mi decepcionante experiencia anterior dudaba mucho si empezar con la segunda temporada, pero como ya tenía un par de episodios descargados decidí darle una oportunidad por si la trama general era algo interesante. La sorpresa fue que, en mi opinión, la serie ha pegado un cambio de calidad brutal y muy interesante. La trama principal sigue siendo tópica y mil veces vista, pero los guionistas de esta segunda temporada han sabido darle muchísimo más ritmo y emoción por lo menos a los 12 primeros episodios que son los que llevo vistos. No tienen ningún problema en putear a los personajes de todas las formas posibles –en una ocasión, hasta dos deux ex machina cabrones seguidos–, personajes que ahora se presentan con gran ambigüedad para preparar el camino de deliciosos giros de guión que cierran por el momento cada capítulo, y que cada vez son más alocados, lo que me encanta. Además, me encanta que cada vez es más abiertamente inverosimil y se centra en los desplazamientos espaciales de los personajes más que en mantener la coherencia cronológica de que todo se desarrolle en tiempo real. Al final ha resultado captar todo mi interés con esos dos protagonistas antiheróicos hasta la médula –una efectiva máquina de matar vengativa al servicio del poder y una delicada superviviente ácrata y amoral– y unos rocambolescos giros de guión con los que me lo paso tan bien como los guionistas. Si esto sigue así y la temporada sigue manteniendo el nivel no creo que tenga ningún problema en ver el resto y ponerme al día con la quinta –que además me dicen que es magnífica: ¡qué ganas!–.

jueves, agosto 24, 2006

Bastante era creer en el azar

Recomendables Lecturas Veraniegas: Buenos días, tristeza (Bounjour tristesse), Françoise Sagan, 1954

A ese sentimiento desconocido cuyo tedio, cuya dulzura me obsesionan, dudo en darle el nombre, el hermoso y grave nombre de tristeza. Es un sentimiento tan total, tan egoísta, que casi me produce vergüenza, cuando la tristeza siempre me ha parecido honrosa. No la conocía, tan solo el tedio, el pesar, más raramente el remordimiento.



Ahora que ya nos encontramos en la inevitable recta final del verano –pero no se engañen, seguramente quede calor para rato– es el momento de recomendar una lectura tan sencilla, automática y breve como amarga, profunda y reflexiva. Solo si ya se han terminado la deliciosa antología-concurso que Alvy Singer nos ha brindado a todos, claro. Buenos días, tristeza es un libro lleno de esa urgencia adolescente –Sagan la escribió a los 18 años– única a la hora de reflejar el sentido de lo agridulce. Tres años posterior a la publicación de El guardián entre el centeno, emblemática bildungsroman norteamericana con mucho más valor icónico que literario en mi opinión, ambas participan en ese maravilloso y rico mundo de la teenage angst. La protagonista Cécile es la típica adolescente acomodada de vacaciones en las playas de la Riviera francesa, dispuesta a brindarse las mismas comodidades de las que su padre, un maduro playboy en toda regla, disfruta durante el periodo estival: playa, sexo, juego y alcohol. Todo cambia radicalmente cuando la toma de consciencia de sí misma de Cécile se une a la llegada de la dura y responsable Anne a la casa de veraneo.

Dejando a un lado las reflexiones sobre la búsqueda de una perdida figura materna por parte de la protagonista, que cuentan con su buena dosis de simbología a lo largo de la narración, quizás el mayor mérito del libro sea la naturalidad con la que muestra los cambios de carácter y pensamiento de Cécile, de acuerdo con la ambivalencia que le provoca la duda y confusión que envuelven ese paso hacia la edad adulta. Su salida, aparte de alternar crueldad con lágrimas, es tejer toda una ficción amorosa entre la ex-amante de su padre y su propio compañero sexual con el objeto de dar unos celos a su progenitor que acaben con la marital relación que mantiene con Anne, vista como una atosigante moldeadora pero también odiada/adorada como rival en (buenos días, incesto) el corazón del padre. Peor fue lo de Peter Pan, que le dió por volar, al menos Cécile ya aprende desde el principio lo parejos que van los caminos del amor y la tristeza, ambas dos grandes líneas que vemos en el techo al despertar.

Otto Preminger realizó una poco afortunada adaptación cinematográfica cuyo mayor acierto era contar con Jean Seberg –ya saben que musa fija de este blog–, pero que tiene claros problemas de ritmo y que no consigue ni por asomo trasladar el marcado carácter reflexivo del libro a la pantalla. Muchísimo más acertada resulta la aproximación del genio Rohmer en Pauline en la playaI, sobresaliente película que tiene grandes similitudes con la novela de Sagan.

jueves, agosto 17, 2006

I want you to notice

Literalmente ahogados por el éxito de su primer single, Radiohead dedicó la canción My Iron Lung del disco The Bends a Creep, en una suerte de dulceamargo homenaje al hit que les había dado fama y les mantenía a flote. Como hay que mirar hacia delante, desde 1998 es raro que el grupo toque la canción que a día de hoy sigue siendo su trabajo más conocido en los escenarios, habiéndolo hecho tan solo un total de 13 veces desde entonces.

Una de ellas fue en el Japan Summer Sonic de 2003. Vale que no es un acontecimiento estríctamente único, pero después de ver el vídeo hay muchos motivos para pensarlo.

martes, agosto 15, 2006

Zoolander Revisited



En su día me hizo renegar del Ben Stiller que tan buenos ratos me había hecho pasar con Reality Bites y la punzante e injustamente olvidada The cable guy. Se trataba del final de un nocturno sábado de videoclub, estaba sobrio y ni siquiera había oído de la existencia de esas otras tres películas que Owen Wilson había coescrito. Pasaron los años y quedó relegada al compartimento del olvido que lleva inevitablemente pegado la incomprensión, al mismo tiempo que no impedía que siguiera disfrutando con el Stiller de Flirting with disaster, There's something about Mary, Meet the parents o Duplex, por decir algunas. Tarde o temprano tenía que llegar el momento en el que el frat-pack se descubriera ante mí en todo su esplendor, y se trataba de un programa doble de esta envergadura: Old School y Dodgeball. La rendición fue inmediata, el resto (Starsky & Hutch, Wedding Crashers, Anchorman...) ya es historia.
Ahora, una vez ya convertido al willferrellismo, ha sido el momento de volver a Zoolander. Aunque sigue sin parecerme la comedia más inspirada del grupo o de su memorable trío de protagonistas, esta vez sí que me han conquistado completamente su ultracoolismo estético, la referencia al Glamourama de Easton Ellis, el cameo de Winona, y, por supuesto, la Magnum. Aunque, personalmente, opino que no tiene nada que hacer ante el baile "relax" de Mugatu, la mejor creación antagónica desde el Dr. Evil.
¿A qué habrá sido debido este cambio en mi apreciación de la pelícual? ¿Puede que el estar ya familiarizado con el humor de estos verdaderos renovadores de la comedia norteamericana me haya permitido estar en sintonía con la cinta desde el principio? ¿O es que el día anterior había soportado algo tan inmundo y carente de humor gracia entretenimiento todo como es Date Movie y la comparación pudo a mi espíritu crítico? El caso es que, pese a decepcionarme en un primer momento, había un poso de Zoolander que llegaba a convencerme, aunque fuera tan solo el gag de la gasolinera, lo que unido al irresistible trío Stiller-Wilson-Ferrell hacían esta revisión irrenunciable. Algo con lo que no cuentan Little Nicky o Dude, where's my car?, por ejemplo.

viernes, agosto 11, 2006

People I Know (2002)



El mismo año que interpretó al atormentado detective Will Dormer y su privación de sueño en el estupendamente rodado pero descafeinado remake del crudo thriller noruego Insomnia, Al Pacino encarnó con absoluta maestría a otro personaje con verdaderos problemas para conciliar el sueño. Eli Wurman es un agente de relaciones públicas en horas bajas tras un pasado medianamente glorioso. Intenta salir de su depresiva situación a base de alcohol, mezcla de medicamentos y barbitúricos, pero cuando su único cliente restante le pide ser liberado de una acompañante comprometedora, un simple favor termina por convertirse en una extraña noche a través de la podrida alta sociedad neoyorquina, la prostitución de lujo, el éxtasis, el opio, las intrigas y manipulaciones políticas... y el asesinato.
Todo el film descansa enteramente sobre el magnífico trabajo de Pacino, que está inmenso y ofrece una de sus mejores interpretaciones, primero superado por la nostalgia de un pasado prometedor, luego por el efecto de las drogas y finalmente por la ambición inmoral de la que ha resultado accidental testigo y contra la que se siente incapaz de rebelarse. Puede que este trabajo de Daniel Algrant sea uno de los retratos más descorazonadores e inmisericordes de la ciudad de Nueva York que nos haya brindado el cine estadounidense, y sin la necesidad de recurrir a los típicos suburbios o bajos fondos. Los escenarios son tan burguesmente cotidianos como en cualquier película de Woody Allen, pero la fotografía de Peter Deming –que tiene en su curriculum la de, ojo, Lost Highway y Mulholland Drive– es sucia y herrumbrosa y los personajes retratados no pueden evitar consumirse por dentro mientras se devoran a dentelladas.
Hay más motivos para acercarse a este relato de la desolación: dirección correcta y ritmo imparable, Téa Leoni demostrando una vez más sus dotes de actriz sobresaliente, Kim Basinger angelical como la única salida del protagonista para alejarse de la ciudad y su envenenada influencia, la siempre adecuada música de Terence Blanchard y un final que se integra a la perfección con el tono devastador de la película.

jueves, agosto 10, 2006

filmcu(l)ts #4



· Les Amants Réguliers, Philippe Garrel, 2005
· This Time Tomorrow
, The Kinks, "Lola vs. The Powerman & The Money-Go-Round, Pt. 1" [1970]

domingo, agosto 06, 2006

Aquella chica que... (III)



Bárbara Goenaga, San Sebastián 1983. Si en el cine español existiera algo remotamente parecido a una escena indie, Bárbara Goenaga tendría muchos puntos para ser su icono indiscutible. Desde el principio de su carrera ha estado vinculada al mundo del cortometraje y la televisión, sin que muchas veces haya saltado a la gran pantalla. Su primera participación importante en un largometraje fue en la olvidada Mi dulce (2000) junto a Aitana Sánchez-Gijón, pero la mejor forma de identificarla es recordando una de las series malditas por excelencia de la historia de nuestra televisión: El grupo. Resulta obvio pensar que TeleCinco canceló la emisión de este drama de historias cruzadas y cortó de cuajo su primera temporada porque no alcanzaba los niveles de audiencia desados –no sorprende porque ya sabemos que la audiencia televisiva española no se muestra muy receptiva ante series con un notable nivel de actuaciones y una carga dramática bien llevada–, pero lo curioso es que en realidad sí se trataba de un programa bastante seguido, como se desprende del ligero aura de culto y oportunidad perdida que sigue conservando hoy en día. El caso es que, si Unax Ugalde ya era conocillido en la pequeña pantalla y pronto le llegaría el trampolín definitivo con Báilame el agua, Bárbara fue la que permaneció como inminente promesa gracias a su sobresaliente trabajo en la serie.

Le llegó la oportunidad de demostrar sus dotes cómicas en una producción de Antena 3, A medias. Ya sabemos lo que ocurre con la mayoría de los programas de ficción que suele adquirir o producir esta cadena: son malísimos y suelen durar poco en emisión. Este fue un caso paradigmático. Recuperada a través del cable se puede ver que, pese a los nefastos guiones de la serie, la donostiarra brilla con luz propia y demuestra gran comicidad y talento para el gag. Sería acertado comparar su forma de afrontar la comedia con la de una desatada Téa Leoni –tomen como referencia Flirting with Disaster y no la bazofia de Spanglish, por favor–.


El papel que resultaba ideal para encumbrar a Bárbara de una vez por todas era el de Silvia, joven pianista dispuesta a suicidarse en El regalo de Silvia (2003), opera prima de Dionisio Pérez. Si bien la premisa de una película que miraba de cara al suicidio y el transplante de órganos era estupenda y la participación en la misma de Luis Tosar en plena tosarmanía –periodo que va desde Los lunes al sol hasta Inconscientes y aglutina en dos años hasta nueve saturantes largometrajes con papel protagonista– aseguraba la afluencia de público, la calidad final del film distaba mucho del aprobado. Una vez más, solamente las secuencias en las que Silvia hablaba delante de su cámara y liberaba sus emociones son lo único que merece la pena. Eso sí, es en esta película terriblemente descompensada y escaparate de las principales carencias del cine academicista nacional con desacertadas intenciones de profundo trasfondo social donde Bárbara ofrece una de las mejores actuaciones de su carrera.

Ya hemos mencionado que se trata de un rostro conocido en el mundo del cortometraje. Caben destacar sus intervenciones en el imprescindible delirio pop de Domingo González Las SuperAmigas contra el Profesor Vinilo (2003) y en el último y mayoritariamente incomprendido corto de Nacho Vigalondo, Choque (2005). La joven actriz también ha demostrado su valía encima del escenario, interpretando personajes de Brückner, Buero Vallejo y Valle-Inclán con gran entusiasmo crítico y recepción de premios.


Lo último, aparte de esporádicas apariciones en series como Al filo de la ley, es su colaboración en el último trabajo pornográfico-sentimental de Campanella, Vientos de agua, donde por mi propia salud no pienso comprobar qué tal está. De momento tiene unas cuantas películas sin estrenar en la recámara, pero ninguna con una entidad necesaria para llamar la atención. No obstante, esperamos que alguna de las nuevas promesas de la realización española –Sánchez Arévalo, Serra, Vigalondo– abran los ojos, sepan fijarse en la calidad interpretativa y no solo en la copa del sujetador como los viejos dinosaurios que dominan la "industria" y decidan contar con ella para sus futuros proyectos. ¡Libérenla de cargar con el epíteto de "prometedora" toda su vida!

sábado, agosto 05, 2006

Aquella chica que... (II)


Irene Montalà, Barcelona 1976. Nuestra segunda candidata a futuro nombre femenino de referencia en la cartelera (si es que alguna vez le dan la oportunidad, claro) también procede del culebrón de la televisión catalana Poble nou –que lleva camino de convertirse en el ASdC de esta sección–. Aunque su primer papel importante para el cine fue en uno de esos bodrios insufribles con los que Ventura Pons se cree de vez en cuando que hace algo grande, Amic/Amat (1999), nuestras retinas se fijaron inmediatamente en ella y la carga sexual de su personaje en Fausto 5.0 (2001), la excelente y personalísima visión de La Fura dels Baus de la leyenda fáustica. No solo Irene Montalà destacaba en esta cinta, que cuenta con una futurista e inquietante recreación aséptica de Barcelona y con Miguel Ángel Sóla, Eduard Fernández y Najwa Nimri perfectos en sus papeles, amén de una estupenda dirección por parte de los miembros de La Fura y puede que el único guión bien terminado que haya escrito León de Aranoa. Sin dudarlo un segundo me parece uno de los títulos clave del, ay, fantástico español. Este precedente hace que resulte aún más frustrante que el primer papel protagonista absoluto de Irene haya terminado siendo en una producción de la Fantastic Factory, pero ya llegaremos a tan oscuros momentos.

Tras seguir trabajando para la televisión, el director francés Cédric Klapisch también contó con esta catalana para un mínimo papel en la generacional L'auberge espagnole (2002), y, de la misma forma, una mínima aparición en su nefasta secuela, Les poupées russes (2005) o "por qué la combinación de autoritis modernera con los calipos de lima no es buena consejera". El dato de que el director en vez de decidir aumentar la relevancia de su personaje redujera todo su papel a aparecer desnuda corriendo por la calle puede servirnos como triste ejemplo de las oportunidades que se les dan de entrada a actrices de físico espectacular –para más información ver la estupenda serie del trío HBO-Soderbergh-Clooney, Unscripted, y su recuperación, reinvención y reclamación todo a la vez de ¡Krista Allen! para la interpretación–. Aunque Irene no llame excesivamente la atención en un primer momento, resulta innegable la sensualidad que irradia su cuerpo, una mirada que derrite y la sexy peca de su ceja izquierda, elementos a los que fue Felipe Vega, uno de los mejores directores españoles de la actualidad, quien les supo sacar partido de la forma más inteligente. La rohmeriana Nubes de verano (2004) es todo un oasis de calidad en la producción española habitual y también la mejor oportunidad que ha tenido nuestra catalana de demostrar sus cualidades. ¿El problema? Que no la ha visto nadie. O al menos una cantidad mucho menor de gente que la que pudo ver su posterior poco afortunado trabajo en Cuéntame.


Puede resultar aliviante que también sus últimas y más desgraciadas películas no tengan pinta de llamar demasiado la atención del público mayoritario: en la enésima exploitation chapucera de Brian Yuzna, Rottweiller (2004), ejerce de scream-queen, y en otra de esas muestras del estado vegetativo del cine español, Tu vida en 65 minutos (2006) afortunadamente aparece demasiado poco tiempo en pantalla como para que en un futuro se le pueda vincular a la película.

Mientras su futuro más inmediato pasa por una producción francesa no podemos dejar de recomendar una vez más dos de las películas mencionadas, claves de la década 00 para el cine español: Fausto 5.0 y Nubes de verano, especialmente esta última por su capacidad para participar de forma admirable del universo de las comedias, proverbios y cuentos morales de Rohmer sin perder una identidad propia insuflada de brisa de la Costa Brava.


viernes, agosto 04, 2006

Aquella chica que... (I)

Arranca esta nueva y hormonalmente veraniega sección que estará dedicada a llamar la atención sobre esas jóvenes actrices españolas formadas al margen de las nombradas hasta la saciedad canteras televisivas de Al salir de clase o Compañeros –que, salvo un único caso conocido por todos, han demostrado sobradamente su nefasto resultado– y que viven apartadas del núcleo de la gran industria del cine español (ay que me entra la risa), relegadas en la mayoría de las ocasiones a meras comparsas y papeles secundarios, aunque en mi opinión personal demuestren valer mucho más. Eternas promesas emergentes que, más allá de algo de hype en Metrópoli (antes La Luna) o EP3 (antes EPT) cuando se estrena su última película, aún no han llegado a cuajar. En este repaso iremos de menos a más en sus posibilidades de terminar cautivando a la audiencia.



Cristina Brondo, Barcelona 1977. Mucho más centrada en la televisión y la publicidad que en una carrera cinematográfica, su punto de partida fue la mítica serie-culebrón catalana Poble nou. Desde ahí se ha dejado ver en una gran variedad de series de tv, producciones catalanas y cortos varios, quizás siendo Crimen pluscuamperfecto de Joan Álvarez el más destacado por su sentido del absurdo. Su primera aparición distribuida masivamente en las pantallas es un papel menos que secundario en el thriller erótico de Manuel Gómez Pereira Entre las piernas (1999). Si pasamos por alto que su nombre aparezca vinculado a aquel último vómito globomediaico de Compañeros, la encontramos en Aunque tú no lo sepas (2000) haciendo de imposible Silvia Munt joven en la adaptación de una Almudena Grandes que a buen seguro había visto No amarás del Decálogo de Kieslowski. Más televisión hasta que le llega el primer papel protagonista importante en la catalana Lola, vende ca (2002) paradigmáticamente nacional en sus constantes y carencias.

Nos empezar a fijar en ella cuando interpreta al personaje español de L'auberge espagonole (2002), incuestionable guía erasmus de Cédric Klapisch para todo nacido en los 80. Sin embargo, es natural que su papel secundario de joven becaria con facilidad para la ingesta de alcohol en Diario de una becaria (2003) de Josetxo San Mateo pasara desapercibido en comparación con una de las más ridículas escenas de sexo de la cinematografía española –¡qué ya es decir!– (para los curiosos diré que la susodicha comprende a, atención, Daniela Costa, una ducha, una camisa, espuma y La Oreja de Van Gogh). Su gran salto estaba llamado a ser el film de terror Hipnos (2004), una enorme desgracia esteticista en la que Cristina comete el fatal error de ser la única de todo el equipo en tomarse en serio la nefasta película. Sus posibilidades futuras ya estaban sentenciadas.



Lo último: dos fiascos televisivos de altura, las fracasadas series Maneras de sobrevivir y Divinos. El futuro: una tv-movie de acción con producción estadounidense. Muy desgraciada carrera para una actriz que ha trabajado en la penúltima película del gran Dario Argento –precisamente también destinada a la pequeña pantalla– pero que no tiene pinta de que vaya a conseguir una trascendencia más allá de sus personajes catódicos. ¿Qué más muestra de decaimiento que sus seguidores tengan que servirse de un simple blog como punto de reunión?