viernes, agosto 04, 2006

Aquella chica que... (I)

Arranca esta nueva y hormonalmente veraniega sección que estará dedicada a llamar la atención sobre esas jóvenes actrices españolas formadas al margen de las nombradas hasta la saciedad canteras televisivas de Al salir de clase o Compañeros –que, salvo un único caso conocido por todos, han demostrado sobradamente su nefasto resultado– y que viven apartadas del núcleo de la gran industria del cine español (ay que me entra la risa), relegadas en la mayoría de las ocasiones a meras comparsas y papeles secundarios, aunque en mi opinión personal demuestren valer mucho más. Eternas promesas emergentes que, más allá de algo de hype en Metrópoli (antes La Luna) o EP3 (antes EPT) cuando se estrena su última película, aún no han llegado a cuajar. En este repaso iremos de menos a más en sus posibilidades de terminar cautivando a la audiencia.



Cristina Brondo, Barcelona 1977. Mucho más centrada en la televisión y la publicidad que en una carrera cinematográfica, su punto de partida fue la mítica serie-culebrón catalana Poble nou. Desde ahí se ha dejado ver en una gran variedad de series de tv, producciones catalanas y cortos varios, quizás siendo Crimen pluscuamperfecto de Joan Álvarez el más destacado por su sentido del absurdo. Su primera aparición distribuida masivamente en las pantallas es un papel menos que secundario en el thriller erótico de Manuel Gómez Pereira Entre las piernas (1999). Si pasamos por alto que su nombre aparezca vinculado a aquel último vómito globomediaico de Compañeros, la encontramos en Aunque tú no lo sepas (2000) haciendo de imposible Silvia Munt joven en la adaptación de una Almudena Grandes que a buen seguro había visto No amarás del Decálogo de Kieslowski. Más televisión hasta que le llega el primer papel protagonista importante en la catalana Lola, vende ca (2002) paradigmáticamente nacional en sus constantes y carencias.

Nos empezar a fijar en ella cuando interpreta al personaje español de L'auberge espagonole (2002), incuestionable guía erasmus de Cédric Klapisch para todo nacido en los 80. Sin embargo, es natural que su papel secundario de joven becaria con facilidad para la ingesta de alcohol en Diario de una becaria (2003) de Josetxo San Mateo pasara desapercibido en comparación con una de las más ridículas escenas de sexo de la cinematografía española –¡qué ya es decir!– (para los curiosos diré que la susodicha comprende a, atención, Daniela Costa, una ducha, una camisa, espuma y La Oreja de Van Gogh). Su gran salto estaba llamado a ser el film de terror Hipnos (2004), una enorme desgracia esteticista en la que Cristina comete el fatal error de ser la única de todo el equipo en tomarse en serio la nefasta película. Sus posibilidades futuras ya estaban sentenciadas.



Lo último: dos fiascos televisivos de altura, las fracasadas series Maneras de sobrevivir y Divinos. El futuro: una tv-movie de acción con producción estadounidense. Muy desgraciada carrera para una actriz que ha trabajado en la penúltima película del gran Dario Argento –precisamente también destinada a la pequeña pantalla– pero que no tiene pinta de que vaya a conseguir una trascendencia más allá de sus personajes catódicos. ¿Qué más muestra de decaimiento que sus seguidores tengan que servirse de un simple blog como punto de reunión?