domingo, abril 30, 2006

Steady, As She Goes

Si ustedes ya están hartos y cansados de abrazarse al diablo sin dudar (por ver tu cara al escucharme hablar... ¿qué coño se supone que significa eso?), aquí les traigo el hit cool de la temporada. Resulta que el señor Jack White de los White Stripes ha llevado a cabo su proyecto de formar un grupo paralelo con Brendan Benson incluyendo también en el pack a dos miembros de The Greenhornes, grupo que ellos mismos se encargaron de hacer subir desde Ohio. El resultado es The Raconteurs y en enero ya tenían preparadito su single Steady, as she goes, que no ha sido comercializado masivamente hasta marzo. La verdad es que no está nada mal, pegadiza como ella sola; pero lo mejor es que, como todo queda en casa, el inigualable Jim Jarmusch ha sido el encargado de dirigir el videoclip.



El regustillo añejo y talento visual del director de Strangers than Paradise se deja notar en la textura e imágenes de estos escasos cuatro minutos. Si bien es sabida la relación de Jarmusch con los White –ambos protagonizan un segmento de esa joya apología de la cafeína que es Coffee & Cigarettes–, el director de Ohio ya había usado también música de The Greenhornes en su deliciosa Broken Flowers.

El primer disco de The Raconteurs, Broken boy soldiers, para el 15 de mayo.

jueves, abril 27, 2006

Wes Anderson · My Life, My Card

Aunque Alvy Singer ya lo destacó en su rincón, no podía pasar la oportunidad de publicar aquí el anuncio que ha rodado el director Wes Anderson para la campaña de American Exprees "My life, my card".

Genial homenaje en plano secuencia de W. Anderson a uno de su referentes más inmediatos, François Truffaut, y su conocida película La nuit américaine. Una muestra más del buen gusto de uno de los directores norteamericanos de referencia del panorama actual.
Además, la deliciosa composición del no menos grande Georges Delerue para la película original de Truffaut y utilizada en el anuncio ha conseguido que por fin tanto el agro-"si está en politono ya empieza a dar miedo en vez de hacer gracia"-rock de Opá, yo viacé un corral como la estupenda campaña de marketing viral de la Mtv Amo a Laura, pero esperaré hasta el matrimonio pasen a ocupar un lugar secundario dentro mi corteza cerebral.
Ah, sí, también otro director mucho menos interesante ha hecho un spot para la campaña de American Express: Shyamalan

miércoles, abril 26, 2006

2 JLGs

Quienes me conocen saben que para mí ver una película de Godard tiene mucho de experiencia mística rayana en el orgasmo intelectual. Pues bien, esta semana he tenido la oportunidad de una doble epifanía viendo por primera vez dos de sus obras que aún no conocía. Así que imagínense lo que me puede importar en estos momentos los cuatro millones de firmas de simios para la defensa de sus derechos que se llevaron ayer al Congreso (o algo así creo que era).

Image hosting by Photobucket

La primera fue La chinoise, la película que en 1967 inauguraba la etapa más política del cine de Godard y se convertía en un claro referente de las movilizaciones de mayo del año siguiente. Se trata de una obra totalmente deudora de su tiempo y contexto político: la movilización de la juventud comunista francesa, la guerra de Vietnam, el estancamiento soviético y el surgimiento de la revolución cultural china. Godard sigue fiel a su estilo visual pero comienza a introducir el primitivismo formal que caracterizará su etapa en el Grupo Dziga Vertov. Aunque se puede pensar en el film como un manifiesto político, lo cierto es que resulta una durísima crítica contra la juventud intelectual acomodada que protagonizaría el intento de revolución en mayo: forman parte de un teatro y representan el papel que les toca en ese momento; una vez terminada la función –o, más concretamente, el acto– todo queda olvidado mientras los protagonistas vuelven al mundo real. Un final desconcertante y demoledor que encierra un aspecto de la revolución y el activismo político sobre el que también deja caer su ironía este año la estupenda Les amants réguliers de Philippe Garrel.

Image hosting by Photobucket

Y, pegando un salto de 13 años, llego a Sauve qui peut (la vie) de 1980, la entrada del director en su controvertida producción de la década de los 80, una vez dejados atrás los trabajos con Jean-Pierre Gorin como el Grupo Dziga Vertov. El caso es que como parte del homenaje que se está haciendo a la grandísima y pelirroja Isabelle Huppert en Madrid, la filmoteca ha programado un ciclo con sus películas y ésta fue su primera colaboración con Godard. Sauve qui peut (la vie) es la enésima demostración del genial director de su pasión por el cine y la experimentación audiovisual mientras también habla un poco de prostitución y excéntricas conductas sexuales.

Image hosting by Photobucket

Son varios los puntos de encuentro que hay entre estas dos tan separadas por el tiempo muestras de la que quizás sea la filmografía más Importante con mayúsculas de la historia del cine. La chinoise es el nombre con el que se conoce en realidad Un film en train de se faire, "una película haciéndose". La inmediatez del cine de Godard siempre ha sido un valor muy a tener en cuenta, así como sus contínuos juegos con la dilatación/reducción del tiempo, pero en esta película, aparte de aparecer él mismo en una ocasión grabando a los actores, incide más aún en su voluntad de demostrar el artificio de lo audiovisual incluyendo imágenes de lo que podríamos llamar el making-off en la propia estructura de la película. Digamos que, como la revolución, el cine –el arte– también es fruto de un proceso que se extiende en el tiempo, ¿por qué no debería el producto final evidenciar ese camino? Sauve qui peut (la vie) también tiene mucho de experimentación sobre el material ya filmado. Además de los típicos juegos de Godard con la superposición de sonidos, desincronía en los cortes entre planos y demás, experimenta con algunos tics incorporados del vídeo –en un momento se puede leer: "Caín y Abel: Vídeo y Cinematógrafo"– como la congelación de planos –que en movimiento crean la ilusión de cámara lenta a saltos y pueden proporcionar bellas instantáneas azarosas– y la superposición de encadenados. Prácticamente el mejor momento del film llega al final cuando el artificio sonoro que venimos escuchando desde el principio en forma de la música de Gabriel Yared explota del todo y la película termina de la forma más ruda y cortante.

Image hosting by Photobucket

Como suele ser habitual, el trabajo de los actores es puramente godardiano, sin que sea del todo posible llegar a entender lo que esto significa. Se trata de la mezcla entre una innegable naturalidad y la convicción de que no pueden ser del todo conscientes de su cometido. En un cine de tantas capas y discursos como el de Godard lo fácil sería afirmar que los actores son meros instrumentos a su servicio, pero esto resulta insostenible cuando vemos el mimo y dedicación plástica con el que son tratados por la cámara, cuando no de una forma mucho más moral –por ejemplo, se dice que Godard no filmaba a Karina en Vivre sa vie, la acariciaba–. En La chinoise destacan, como nó, el imparable Jean-Pierre Léaud y Anne Wiazemsky y en Sauve qui peut (la vie) tanto Isabelle Huppert como Nathalie Baye realizan un gran trabajo.

Para terminar, una de esas secuencias-joya de las que tanto abundan en el cine de Godard. En este caso, de La chinoise. (Lógicamente, debería ser escuchada en v.o. en francés para entender plenamente su sentido rítmico, armonioso y sonoro, pero sirve para hacerse una idea).

– Querría ser ciego.
– ¿Por qué?
– Nos escucharíamos en serio.
– ¿Sí?
– No olvides que en 2000 años las palabras cambiaron de sentido.
– ¿Y qué?
– Nos hablaríamos en serio. Serían los sentidos que cambiarían de palabras.
– Ah, sí, ya veo. Como si las palabras fueran sonidos y materia.

Image hosting by Photobucket

En la orilla del río · Verde y azul · Ternura · Algo de desesperación · Pasado mañana · Oh, quizá · Teoría de la literatura · Un film de Nicholas... Ray · Los... procesos... de... Moscú · Petirrojo · Rock... and roll · Etcétera · Etcétera · Etcétera · Te amo, ¿sabes?

domingo, abril 23, 2006

French Cinema

Tres claves de la superioridad de la concepción francesa del cine contemporáneo.

Image hosting by Photobucket
NARRACIÓN
Ils se marièrent et eurent beaucoup d'enfants · Yvan Attal, 2004
El mismo año que Arnaud Desplechin terminaba su fundamental Rois et reine, el conocido actor Yvan Attal también se enfrenta con fortuna a los mecanismos de la narración dentro del cine moderno con su segunda película como director. Si Desplechin funde entre sí los extremos del drama y la comedia con una envidiable soltura narrativa y de cámara, Attal opta por la inagotable historia de amor en pareja desde una óptica en constante movimiento que elude la certeza de autobiografía –está escrita y protagonizada por él mismo, junto a su también mujer en la vida real, la intensa Charlotte Gainsbourg– o ficción, historia particular o retrato universal. El recurso a la fragmentación narrativa, temporal y espacial, la irrupción de ficciones adicionales –visiones imaginarias o deseadas–, la alternancia entre largos diálogos y momentos silenciosos de reposo y el gusto por una imagen cuidad y dinámica son otros de los puntos de contacto con la obra magna de Desplechin y piezas fundamentales para la resurrección de la narrativa clásica sin atavismos que la opriman. Y, por supuesto, igual de fundamental es el uso de la música. En Rois et reine las melodías de La vie en rose y Moon River se teñían de una extraña alegría amarga producto de la melancolía; para su película, Attal recupera mitos musicales de la Velvet, Lou Reed y Radiohead para dar voz y significado a la atmósfera de las imágenes. También cabe reseñar el humanista acercamiento de ambos directores-guionistas a las tres relaciones humanas sentimentales básicas –pareja, amigos y padres/hijos– en sus respectivas películas, algo que también puede orientar el camino que debe seguir la figura del narrador, el marcado por la realidad más cotidiana.

Image hosting by Photobucket
GÉNERO
Calvaire · Fabrice Du Welz, 2004
Un año después de la vertiginosa explosión formal que supone Haute Tension de Alexandre Aja, el cine de terror francés brinda una vuelta de tuerca en sentido contrario con Calvaire, la típica película que se cuela en Sitges para aburrimiento de muchos y elevación del nivel del festival para otros. Como Aja, Du Welz también demuestra un notable manejo del manierismo formal, pero donde verdaderamente destaca su película es en su contención absoluta de la acción en favor de la creación de una atmósfera tan malsana como inquietante. La violencia física no aparece salvo en contados y duros momentos, lo que resulta verdaderamente aterrador es la violencia respirada en el aire y propiciada tanto por los acontecimientos como por la fría naturalidad con la que actúan tanto los habitantes de la Francia profunda que nos presenta la película como el director con su indiferente presentación de los hechos como el inevitable curso de lo que va a suceder.

Image hosting by Photobucket
ARTE
Les amants réguliers · Philippe Garrel, 2005
Junto a Claire Denis, puede que Philippe Garrel sea el actual mayor exponente del cine de autor francés. Para seguir con la misma estrcutura de paralelismos que en los ejemplos anteriores, en 2004 la gran dama francesa llegaba con L'intrus a su más acertada hasta el momento expresión de la nueva narrativa "en archipiélago" que permite que las películas sean irremediablemente entendidas como un conjunto difuso del que se pueden desprender pedazos con tanta facilidad como añadirse elementos propios imaginados por el espectador. Mucho se puede hablar de L'intrus, así que quizás sea mejor dejarlo para otro post. Lo importante es que Garrel, otro experimentador cinematográfico total –si no se lo creen vean Le révélateur, por ejemplo– ha decidido con su homenaje al mayo del 68 francés echar la vista atrás y emplear muchas de las constantes formales de la nouvelle vague que, por su parte, ya se encargó de renovar el cine en los años 60. Les amants réguliers se configura como el complemento ideal para la estupenda The dreamers de Bertolucci, película que, aparte de descubrirnos a Eva Green –motivo por el que ya merecería tener un hueco en la Historia del Cine– terminaba con la explosión revolucionaria de sus jóvenes protagonistas en las calles de París.
Ese es el momento en el que empieza el largometraje –más de tres horas– de Garrel y, como si de un reverso simétrico de la anterior se tratara, termina centrando más su atención en la vida de unos cuantos jóvenes tras la decepción revolucionaria que no llegó a consumarse. Estos buscadores de playas debajo de los adoquines se juntarán en un enorme piso burgués para lamentarse por el fracaso revolucionario, leer, fumar, charlar, bailar, consumir opio y amar. La revolución sexual del film de Bertolucci se torna aquí en la cotidiana revolución de todo amor que nace, como el que viven Louis Garrel –hijo del director y que también salía en The dreamers– y la adorable Clotilde Hesme, retratada sin descanso de frente y de perfil por la cámara de Garrel. Lo que puede resultar la mayor pega de la película, el seco distanciamiento formal del director y su no implicación con los acontecimientos, resulta uno de sus grandes aciertos cuando cumple como observador documental de las confrontaciones callejeras y cuando ya en el terreno intimista una gran emoción embarga a las antes frías imágenes gracias a la evocadora música de Jean-Claude Vannier.

lunes, abril 17, 2006

I killed a mirror

Disclaimer: El siguiente post contiene determinantes spoilers de las películas Secret Window (David Koepp, 2004) y Hide and Seek (John Polson, 2005). No obstante, ambas son tan rematadamente previsibles y malas que ningún perjuicio de magnitud puede ser causado por leerlos.


:::


El cine de suspense es un género que se mueve a partir de constantes que se van repitiendo a lo largo de unas cuantas películas. Por ejemplo, ¿cuántas variantes se pueden crear sobre la idea de unos personajes atrapados en un recinto cerrado y acosados por fuerzas exteriores? Pues bien, la doble personalidad es otro de esos temas, con mayor o menor fortuna, habitualmente tratados. Yo confieso que tengo gran debilidad por el fenómeno Doppelgänger, ya sea bien en sus pilares literarios básicos (Dr Jeckyll and Mr Hyde, Dorian Gray, Dracula, Frankenstein... hasta llegar a Fight Club) como en el cine de Hitchcock, De Palma, Lynch y su máxima expresión hasta el momento, la impresionante Dead Ringers de Cronenberg.

Image hosting by Photobucket

Muy distintas a estos grandes ejemplos son las nefastas películas de Koepp y Polson, donde la duplicidad de personalidad, siempre escondiendo un reverso sanguinario encargado de llevar a cabo los criminales y ocultos deseos de sangre de los protagonistas, es utilizada como la absurda excusa argumental sobre la que se pretende sustentar toda la película sin demostrar ni un ápice de originalidad.

Como viene siendo habitual, el descubrimiento de la doble personalidad está orquestado para ser el climax de la película, la gran sorpresa final. No sé si debido a la costumbre cinefágica que ejercita la capacidad de anticipación o directamente porque se les ve venir de lejos, en ambos casos intuí mucho antes esa solución y la sorpresa fue absolutamente inexistente. Y eso es un problema cuando tooda la película se sustenta en esa gran revelación, pues el resto ni está cuidado ni vale lo más mínimo. Lo mismo me sucedió con la notable Identity de James Mangold, pero ahí sí había otras cuantas cosas disfrutables, como el carisma de segunda clase del reparto y, sobre todo, el trabajo atmosférico, del todo atractivo y todo lo contrario a las dos planas soserías de las que hablo. Lo que no sé si es acertado entonces es calificar a las cintas de tramposas, como he leído en furibundas críticas negativas, por una parte las "pistas" que dejan a lo largo del metraje son rematadamente claras –en Secret Window el único gran momento de realización viene cuando Koepp se mete en un largo travelling en la casa y termina dentro del espejo que refleja a Johnny Depp, en ambas se hace hincapié en las siestas que toman los personajes mientras suceden los crímenes...–, pero por otra, sobre todo en el caso de Hide and Seek, los hechos relatados no es que casen impolutamente con la explicación final.

Image hosting by Photobucket Image hosting by Photobucket

Otro desgraciado punto en común entre ambas películas es que cuentan como protagonistas con dos grandes actores realizando de las peores interpretaciones de su carrera. Aunque es cierto que Johnny Depp nos tiene acostumbrados a, dependiendo de la producción, dar una de cal y otra de arena, y Robert De Niro no se puede decir que se encuentre en la mejor etapa de su carrera sino más preocupado en mirar primero los números del cheque y el guión después, siempre duele ver a dos de los grandes revolcándose en tics e histrionismos fuera de lugar. Quizás en este duelo interpretativo de ínfimo nivel salga mejor parado Depp, porque De Niro llega a sonrojar demasiado en el cuarto final de su película, muy muy lejos de su propia composición psicópata del sobresaliente remake de Cape Fear que realizó Scorsese y demasiado preocupado en copiar al Jack Nicholson de The Shining, un tipo de actuación desquiziada que solamente se le da bien al propio Jack.

Image hosting by Photobucket Image hosting by Photobucket

No podía terminar sin señalar que estos dos no son el único desperdicio actoral de ambas producciones, pues también coinciden en presentar a dos más que interesantes actrices norteamericanas que, quién sabe si precisamente por trabajar en obras de esta baja estopa, no han conseguido aún captar la atención de productores dispuestos a lanzarlas al estrellato de primera fila. Se trata, respectivamente, de la sobresaliente Maria Bello y la hipnótica Famke Janssen. La primera ya deja intuir la gran calidad de su trabajo en la historia de violencia de Cronenberg y la segunda aparece tan arrebatadora como siempre, quizás preguntándose por qué Bryan Singer ha abandonado la saga que la iba a consagrar, precisamente en su película más fundamental.

Pero bueno, todo son excusas para justificar la pérdida de tiempo que supone ver ambas películas. Hagan que esta advertencia sirva si alguna vez son invitados por esa amiga apetecible para una noche de cine de miedo con alguno de estos dos títulos: follan seguro.

martes, abril 11, 2006

Owned #1

[Un poco de slang internetero]: "Owned", literalmente "tenido", o "cogido"/"pillado" en sentido posesivo, se empieza a utilizar en las comunidades de juegos on-line cuando uno de los jugadores demostraba una clara superioridad al derrotar a su rival: he owned him.
[Expansión]: La evolución del término le ha llevado a ser también empleado en cualquier otra situación de derrota (dialéctica, en una discusión p.ej.), especialmente cuando la victoria es rotunda y definitiva o representa una clara humillación para el perdedor.
Vemos que dos conceptos son clave: derrota y humillación. La perfecta unión de estos dos elementos se produce cuando la derrota es autoprovocada por la propia persona, lo que acrecenta el componente humillante. Un acertado ejemplo: alguien defiende insistentemente una tesis basándose con firmeza en una fuente de autoridad; cuando la fuente es consultada le contradice.
Otro: ser primer ministro de un país e impulsar a cuatro meses de las elecciones la aprobación de una ley electoral que establece que si ningún partido o coalición alcanza el 55% de los votos se le concede la mayoría absoluta de la Cámara de Diputados al más votado.


Owned.