jueves, octubre 05, 2006

San Sebastián 2006 (I)

La cita anual con San Sebastián a finales de septiembre es un acontecimiento que trasciende la peregrinación con ansias de deguste cinematográfico y se integra con una experiencia vital en una de las ciudades más fantásticas de Europa. "¡Afortunadamente!", llegan a pensar en varias ocasiones muchos de los avezados asistentes habituales de cada año, sobre todo teniendo en cuenta la deriva del festival en sus dos últimas ediciones hacia el cine cómodo, blando y formulario. Los atractivos de Donostia son numerosos, variados y de miradas intensas, pero como este es un blog serio y de divulgación, ejem, dejemos la crónica social, los txakolis, los recodos sombríos del monte Urgull, los pintxos de alcachofa, la húmeda niebla nocturna del casco viejo y la atmósfera del paseo marítimo a un lado para centrarnos en el cine. La decisión de que este sería un año relajado dado que la selección de películas por parte de la organización no propiciaba los ataques de gula cinéfaga resultó del todo acertada al permitir que la mayoría de las películas que pasaron la criba personal para ser vistas han tenido su interés, y solamente unas pocas constituyen basuras absolutas.



Sin lugar a dudas la mejor de todas las películas proyectadas y vistas fue Lo que sé de Lola, opera prima del cortometrajista Javier Rebollo, que supone toda una aproximación a la esencia del cinematógrafo desde una ética bressoniana. Una imposible historia de amor a través de la observación y la mirada, sin psicologismos ni imposiciones sentimentales, narrada íntegramente a través de planos fijos que se suceden entrelazados por certeras elipsis y un eficiente trabajo del sonido como únicos elementos narrativos.

Una película que no hay que perderse y, como espectadores, intentar cuidar a un realizador que tiene una idea muy clara del cine y la sigue con rigor en la toma de decisiones formales y puesta en escena, teniendo como guía la obra de Bresson, Godard, Antonioni y Haneke. Toda una gozada ver una propuesta con esa clase de referentes, desde luego. Espero que Rebollo tenga suerte y le sea más fácil que a Jaime Rosales encontrar finaciación para sus siguientes proyectos, aunque, echando un vistazo al cine que cotiza en el mercado nacional, desgraciadamente no me queda más remedio que dudarlo. Teniendo en cuenta los tres años de paseo del guión y tener que reunir a cuatro productoras pequeñas –dos de ellas francesas– para sacarlo adelante, cuando no es que precisamente requiera grandes ambiciones presupuestales, lo que no mata hace más fuerte.

Por causas ajenas tengo que partir la crónica, así que para mantener vuestra atención después de esto, anuncio que en próximas entregas: Lars Von Trier, Adam Sandler, Kate Beckinsale, Koldo Serra, Najwa Nimri y, por supuesto... David Hasselhoff. Ebrio... y bailando. ¡Todo un must-algo!

2 Comments:

Blogger El Miope Muñoz said...

Eso de dejar al público ahí no se hace....

6 de octubre de 2006, 13:30  
Anonymous Anónimo said...

¡Viva!

6 de octubre de 2006, 21:34  

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