Tarantino Feetctions
Quienes me conocen llevan sufriendo desde hace casi un año mis destructivas críticas al díptico Kill Bill, fruto de mi frustrante desengaño y tremebunda decepción, creo que la mayor que me he llevado de momento en una sala de cine, teniendo en cuenta la relación entre expectativas deseadas y el resultado final descubierto. Mi reciente quincuagésimonoveno visionado de Pulp Ficiton ha reconfirmado todas mis impresiones, y dado una forma gráfica de ejemplificar las abismales diferencias que veo entre una y otra obra. Y, sí, yo también soy tan jodidamente fetichista como Tarantino. Dos pies, misma actriz, Uma Thurman, nueve años de diferencia. Pero, ante todo, la mayor diferencia es el cambio de perspectiva.
Uno de los planos más sugerentes de Pulp Ficiton nos enseña el sensual pie de Uma visto desde detrás. Desde la lejanía, en una postura atrayente, de invitación. Su sexy arqueamiento ya nos da una idea de dinamismo que se va a hacer presente a lo largo de toda la película, con sus saltos temporales, vaivenes violentos y sucesiones multirreferenciales. Además de estar de espaldas, la planta del pie se nos enseña desde una distancia que no nos permite apreciar sus posibles imperfecciones, como el desarrollo de la película no nos permite detenernos a pensar en lo que nos está contando Tarantino, en su falta o abundancia de originalidad, en lo adecuado o no de la inclusión de ciertas citas específicas. Todo discurre suavemente como la seda, deslizándose por la curvatura circular del talón de Uma.
En cambio, en Kill Bill nos encontramos con todo lo contrario. Lo que en la obra anterior de Tarantino era sugerencia, fluidez, inventiva e imaginación, aquí se torna obscena explicitud, avance a trompicones y previsibilidad, todo defectos recubiertos por una estilización formal que juega en su contra. Muchas veces me he preguntado por qué la exageración hasta el límite, en todos los aspectos, de títulos como Once upon a time in México (Robert Rodrígez, 2003) o Las lágrimas del tigre negro (Fah talai jone, Wisit Sasanatieng, 2000) no me ha molestado e incluso me ha divertido, y en cambio no aguanto la tediosa sucesión de otras, no sólo Kill Bill, sino también Killing Zoe (Roger Avary, 1994) o Natural Born Killers (Oliver Stone, 1994), y, por el momento, creo que es debido a un problema de pretensiones. Los tres últimos títulos me resultan tan absolutamente fallidos por lo afectados que quedan debido a sus respectivas cartas de presentación, a saber: en Kill Bill la estilización formal, en Killing Zoe la sombra nouvell vaguesca que quiso insuflar Avary a la primera mitad de la cinta y en Natural Born Killers la incontinencia audiovisual de Oliver Stone. Pero bueno, como esto iba de pies, intentaré resumir los defectos de Kill Bill análogamente a la forma de presentar en esta ocasión las extremidades inferiores de Uma Thurman: de frente, en primer plano, lo que resalta sus defectos e imperfecciones, con unos dedos de siluetas anárquicas que reflejan los desniveles y altibajos tanto creativos como de ritmo del dúo de películas. Lo que antes resultaba sugerente y sensual ahora se ha vuelto obsceno y casi desagradable. La explicitud de las referencias manejadas –aunque la novia de Truffaut no haya recibido apenas eco, silenciada por el chándal amarillo de Bruce Lee– resulta cargante, sobre todo cuando su realización es casi bochornosa –Leone–.
Con todo, podrán comprobar que soy capaz de reconocer ciertos momentos valiosos de los ejemplos negativos utilizados, lo que demuestra que serán productos desechables, pero realizados por –en el peor de los casos– siempre interesantes directores, lo cual permite salvar magníficos detalles aislados:
. Kill Bill • Nancy Sinatra, Daryl Hannah, metraje en blanco y negro, duelo en la nieve, flash-back Pai-Mei.
. Killing Zoe • Polvo Julie Delpy–Eric Stolz con Nosferatu de fondo, impagable.
. Natural Born Killers • Leonard Cohen.
Mientras llega la siguiente entrega tarantiniana que, con todo, espero con abundantes ganas, toca seguir disfrutando con otra de sus joyas indiscutibles, Jackie Brown, que pasa la prueba de los pies sin ningún problema, ya lo creo:
Uno de los planos más sugerentes de Pulp Ficiton nos enseña el sensual pie de Uma visto desde detrás. Desde la lejanía, en una postura atrayente, de invitación. Su sexy arqueamiento ya nos da una idea de dinamismo que se va a hacer presente a lo largo de toda la película, con sus saltos temporales, vaivenes violentos y sucesiones multirreferenciales. Además de estar de espaldas, la planta del pie se nos enseña desde una distancia que no nos permite apreciar sus posibles imperfecciones, como el desarrollo de la película no nos permite detenernos a pensar en lo que nos está contando Tarantino, en su falta o abundancia de originalidad, en lo adecuado o no de la inclusión de ciertas citas específicas. Todo discurre suavemente como la seda, deslizándose por la curvatura circular del talón de Uma.
En cambio, en Kill Bill nos encontramos con todo lo contrario. Lo que en la obra anterior de Tarantino era sugerencia, fluidez, inventiva e imaginación, aquí se torna obscena explicitud, avance a trompicones y previsibilidad, todo defectos recubiertos por una estilización formal que juega en su contra. Muchas veces me he preguntado por qué la exageración hasta el límite, en todos los aspectos, de títulos como Once upon a time in México (Robert Rodrígez, 2003) o Las lágrimas del tigre negro (Fah talai jone, Wisit Sasanatieng, 2000) no me ha molestado e incluso me ha divertido, y en cambio no aguanto la tediosa sucesión de otras, no sólo Kill Bill, sino también Killing Zoe (Roger Avary, 1994) o Natural Born Killers (Oliver Stone, 1994), y, por el momento, creo que es debido a un problema de pretensiones. Los tres últimos títulos me resultan tan absolutamente fallidos por lo afectados que quedan debido a sus respectivas cartas de presentación, a saber: en Kill Bill la estilización formal, en Killing Zoe la sombra nouvell vaguesca que quiso insuflar Avary a la primera mitad de la cinta y en Natural Born Killers la incontinencia audiovisual de Oliver Stone. Pero bueno, como esto iba de pies, intentaré resumir los defectos de Kill Bill análogamente a la forma de presentar en esta ocasión las extremidades inferiores de Uma Thurman: de frente, en primer plano, lo que resalta sus defectos e imperfecciones, con unos dedos de siluetas anárquicas que reflejan los desniveles y altibajos tanto creativos como de ritmo del dúo de películas. Lo que antes resultaba sugerente y sensual ahora se ha vuelto obsceno y casi desagradable. La explicitud de las referencias manejadas –aunque la novia de Truffaut no haya recibido apenas eco, silenciada por el chándal amarillo de Bruce Lee– resulta cargante, sobre todo cuando su realización es casi bochornosa –Leone–.
Con todo, podrán comprobar que soy capaz de reconocer ciertos momentos valiosos de los ejemplos negativos utilizados, lo que demuestra que serán productos desechables, pero realizados por –en el peor de los casos– siempre interesantes directores, lo cual permite salvar magníficos detalles aislados:
. Kill Bill • Nancy Sinatra, Daryl Hannah, metraje en blanco y negro, duelo en la nieve, flash-back Pai-Mei.
. Killing Zoe • Polvo Julie Delpy–Eric Stolz con Nosferatu de fondo, impagable.
. Natural Born Killers • Leonard Cohen.
Mientras llega la siguiente entrega tarantiniana que, con todo, espero con abundantes ganas, toca seguir disfrutando con otra de sus joyas indiscutibles, Jackie Brown, que pasa la prueba de los pies sin ningún problema, ya lo creo:
5 Comments:
le voy a contratar para mi blog, señor toldo.
esto es calidad.
AHHHHHH.... Un post enterito dedicado a Tarantino; me ha hecho feliz mr.toldo!!!! Ahora confiese, desde que le han recomendado la carrera de publicidad, se ha empezado a chutar y por eso se pone usted a pensar en los pies de la Thurman!!!Bueno, lo dicho, enhorabuena!!!!!
y a quien no, kesher?
:P
Diez mil topicazos cada vez que hablas de cine. No es malo ser un quinceañero con inquietudes cinematograficas, pero si te respetas a ti mismo, chaval, no repitas lo que dice todo el mundo. Dooooork
Lamento que mis topicazos no le hayan divertido, estimado Dork -porque es así como se denomina, ¿verdad?-, la próxima vez procuraré hablar de la influencia de la serie B, la blaxploitation y las películas de artes marciales en el cine de Tarantino. Y no nos olvidemos de Godard, ¡qué hasta puedo desvelar que la productora A Band Apart se llama así por una película suya!
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