5 extraños hábitos. Sr. Toldo.
Cuando uno cree que se ha librado del imprevisible ataque de los memes cíclicos –beware!–, siempre termina siendo salpicado por uno. En esta ocasión toca remitir acuse de recibo a delirante. Pero como ella no ha cumplido íntegramente las reglas, yo tampoco lo haré y passso de copiarlas aquí de nuevo, que quitarían espacio para mi expresión :p
1 • Suelo intentar cumplir la mayoría de las veces el hábito de explorar la obra artística de un autor dentro del orden cronológico que mis recursos me pueden permitir. Y esto lo aplico a casi todo, principalmente cine pero también música, literatura y pintura. Es habitual que me prive del placer de ver/escuchar/leer obras de reconocido prestigio simplemente porque tengo la posibilidad de atacar primero otras anteriores, aunque no sean ni conocidas ni alabadas ni respetadas ni ná. No se crean, es una excusa bastante efectiva para justificar determinadas carencias culturales.
2 • Con cierta relación con lo anterior, también procuro leer antes las obras literarias que se adaptan en películas que me interesan, siempre y cuando ese material también llame mi atención, claro. Qué se le va a hacer, me gusta contar con la misma información que tuvieron los adaptadores y el director a la hora de realizar la película, y que sus decisiones artísticas no contaminen mi imaginación durante la lectura de la fuente. Este es otro de los motivos por los que una película a la que tenga muchas ganas puede quedar irremediablemente atascada en la cola de futuros visionados. No hace falta que me extienda en lo dramático que resulta cuando además bloquea el avance en la filmografía de algún autor particularmente interesante :p
3 • Soy de comportamientos obsesivos-compulsivos en lo que se refiere a la escucha de música, de forma que puedo tirarme largas temporadas de tiempo variable escuchando insistente y sistemáticamente el mismo estilo, grupo o selección de canciones de forma exclusiva, para abandonarlas después cambiando por otro y sabiendo que, inevitablemente, en algún momento del ciclo volveré a repetirlas. El secreto está en ir añadiendo cada vez nuevas variables a la ecuación. Creo.
4 • Tengo sentimientos contradictorios ante el fetichismo del soporte físico de la palabra escrita encuadernada. Veamos cuánta palabrería más empleo para decir que por una parte soy incapaz de “usar hasta sus últimas consecuencias” un libro mientras lo leo –esto es, doblar sus páginas y lomo al máximo, subrayar las cosas interesantes, ir dibujando rayas en el lomo como consecuencia de los distintos estadios de lectura, etc.–, lo que me priva de alguna gran utilidad, como los mencionados subrayados. Sin embargo, también sufro una estimulante atracción hacia los libros que evidencian explícitamente que han sido usados con fruición... aunque quizás esto sea una derivación de otras imágenes atractivas como una francesa de ojos oscuros, pelo moreno y minifalda sentada sobre un montón de adoquines leyendo un ejemplar desgastado de El hombre unidimensional... o una chica en el metro estrujando entre sus manos algo de Camus. Creo que me he desviado, pero entiendan que ya es primavera.
5 • Por último, otro de mis hábitos recurrentes suele ser la recreación en la melancolía producida por una infructuosa pretensión de sentido vital, pese a la intuición de su aparente imposibilidad. A lo que se une algo así como no tener los medios ni los instrumentos necesarios para medir fiable y absolutamente las reacciones o ausencia de ellas que provoca tu propio yo, asumiendo que este existe y tiene entidad, en los demás. Además de la importancia e inutilidad o no de estas pérdidas de tiempo, clarostá. Vendría a ser como lo que Sinatra llamaba ”That’s life, that’s what all people say” y Jarvis Cocker podría haber contestado ”But still you’ll never get it right”. Y hasta aquí el momento espiritual del día y el ejemplo de cómo manipular el sentido de una canción, que tenía pendientes ambos temas para esta semana.
Como no creo que el incansable mecanismo de la blogosfera necesite de mi contribución para seguir desplazando y extendiendo esta cadena, dejo que haga uso de su libertad y se disperse por donde sea más agradablemente recibida.
1 • Suelo intentar cumplir la mayoría de las veces el hábito de explorar la obra artística de un autor dentro del orden cronológico que mis recursos me pueden permitir. Y esto lo aplico a casi todo, principalmente cine pero también música, literatura y pintura. Es habitual que me prive del placer de ver/escuchar/leer obras de reconocido prestigio simplemente porque tengo la posibilidad de atacar primero otras anteriores, aunque no sean ni conocidas ni alabadas ni respetadas ni ná. No se crean, es una excusa bastante efectiva para justificar determinadas carencias culturales.
2 • Con cierta relación con lo anterior, también procuro leer antes las obras literarias que se adaptan en películas que me interesan, siempre y cuando ese material también llame mi atención, claro. Qué se le va a hacer, me gusta contar con la misma información que tuvieron los adaptadores y el director a la hora de realizar la película, y que sus decisiones artísticas no contaminen mi imaginación durante la lectura de la fuente. Este es otro de los motivos por los que una película a la que tenga muchas ganas puede quedar irremediablemente atascada en la cola de futuros visionados. No hace falta que me extienda en lo dramático que resulta cuando además bloquea el avance en la filmografía de algún autor particularmente interesante :p
3 • Soy de comportamientos obsesivos-compulsivos en lo que se refiere a la escucha de música, de forma que puedo tirarme largas temporadas de tiempo variable escuchando insistente y sistemáticamente el mismo estilo, grupo o selección de canciones de forma exclusiva, para abandonarlas después cambiando por otro y sabiendo que, inevitablemente, en algún momento del ciclo volveré a repetirlas. El secreto está en ir añadiendo cada vez nuevas variables a la ecuación. Creo.
4 • Tengo sentimientos contradictorios ante el fetichismo del soporte físico de la palabra escrita encuadernada. Veamos cuánta palabrería más empleo para decir que por una parte soy incapaz de “usar hasta sus últimas consecuencias” un libro mientras lo leo –esto es, doblar sus páginas y lomo al máximo, subrayar las cosas interesantes, ir dibujando rayas en el lomo como consecuencia de los distintos estadios de lectura, etc.–, lo que me priva de alguna gran utilidad, como los mencionados subrayados. Sin embargo, también sufro una estimulante atracción hacia los libros que evidencian explícitamente que han sido usados con fruición... aunque quizás esto sea una derivación de otras imágenes atractivas como una francesa de ojos oscuros, pelo moreno y minifalda sentada sobre un montón de adoquines leyendo un ejemplar desgastado de El hombre unidimensional... o una chica en el metro estrujando entre sus manos algo de Camus. Creo que me he desviado, pero entiendan que ya es primavera.
5 • Por último, otro de mis hábitos recurrentes suele ser la recreación en la melancolía producida por una infructuosa pretensión de sentido vital, pese a la intuición de su aparente imposibilidad. A lo que se une algo así como no tener los medios ni los instrumentos necesarios para medir fiable y absolutamente las reacciones o ausencia de ellas que provoca tu propio yo, asumiendo que este existe y tiene entidad, en los demás. Además de la importancia e inutilidad o no de estas pérdidas de tiempo, clarostá. Vendría a ser como lo que Sinatra llamaba ”That’s life, that’s what all people say” y Jarvis Cocker podría haber contestado ”But still you’ll never get it right”. Y hasta aquí el momento espiritual del día y el ejemplo de cómo manipular el sentido de una canción, que tenía pendientes ambos temas para esta semana.
Como no creo que el incansable mecanismo de la blogosfera necesite de mi contribución para seguir desplazando y extendiendo esta cadena, dejo que haga uso de su libertad y se disperse por donde sea más agradablemente recibida.
1 Comments:
Jajajajajaja. Me parto! Todo eso es cierto, pero tengan en cuenta que sus manías son más bien jodiendas al resto de la humanidad porque rebotan en ella y no veas que gracia cuando te deja un libro (que probablemente le hayas comprado tu) y empieza a mirarte mal por como lo cojes. Tremendo.
Y lo del cine y su "cronologia" mejor ni hablamos :P
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