Información Residual
Para ir advirtiendo a los visitantes esporádicos que tengan la ocurrencia de dejarse caer por este blog de los dudosos contenidos con los que se encontrarán, voy a hacer un repaso de las últimas incorporaciones culturales de mi experiencia. Prefiero dejar la pornografía sentimental y/o los contenidos fusilados de otros blogs para otro día, cuando os pille más desprevenidos.
Si empezamos por el cine, la última película que he podido ver -la escasez de tiempo, ese cáncer para el recreamiento y la expansión ludico-cultural- ha sido el clasicazo del demasiado olvidado King Vidor, The crowd -querría ahorraros el idioto título doblado, pero es más conocida como Y el mundo marcha-. Película muda, de 1928, cuyo visionado -como ocurre con el 90% del cine mudo que he podido ver- asombra por su incuestionable modernidad en el uso de los recursos cinematográficos. No obstante, el señor Murnau ya había realizado tan solo un año antes Sunrise, mi considerada, por el momento, cima absoluta del cine mudo. Por supuesto, no deben perderse ninguna de las dos.
En cuanto a la literatura, acabo de retomar la lectura que más estoy disfrutando este año, Asfixia, del inigualable Chuck Palahniuk. El libro contiene todos los mejores elementos de las otras obras suyas que he podido leer -Fight Club y Monstruos invisibles-, a saber: radical originalidad del argumento, protagonistas desgraciados al límite, situaciones impactantes, ritmo de exposición frenético, estructura tremendamente inventiva y dinámica y sus habituales dosis de desagradable paranoia que tanto disfruto. A falta de hincarle el diente al multi-elogiado Superviviente, y con Nana también pendiente en la recámara de mi estantería, puedo afirmar que Asfixia es la mejor y más completa, perfecta obra de Palahniuk.
Tuve que detener momentáneamente su fascinante y altamente adictiva lectura para hacer frente a la preparación de un examen de Movimientos Literarios sobre la literatura española del siglo XIX... preparación consistente en leer 20 textos de distinta longitud -desde romances hasta novelas propiamente dichas-... tarea que realicé, como es habitual en mí, en el más corto plazo de tiempo posible antes de la fecha fatídica. Resumen de la experiencia: haceos un favor y leed alguna vez en vuestra vida El estudiante de Salamanca de Espronceda una noche insomne a oscuras, no os perdais los artículos de Mesonero Romanos o Larra que caigan en vuestras manos -que no se tarda nada en leer eso, hostias-, id a ver el Don Juan de Zorrilla si lo representan con los decorados y diseños creados por Dalí y alejaos todo lo que podáis de la obra en prosa de Rosalía de Castro.
Termino con la música. Tras una serie de meses en los que el único disco que escuchaba era el de los grandes Murder by Death, ahora la banda sonora de mi vida se reparte intensamente entre las canciones del Digital Ash in a Digital Urn de Bright Eyes. Y es que en esto de la música soy de comportamientos obsesivos-compulsivos. En cuanto un disco me llega un poco más no paro hasta fundirlo. Lo que aguante este dependerá de cuándo escuche atentamente el de Lampshade.
Y esto es todo de momento. Si queríais leer más... ¡haberos comprado un libro, coño!
Si empezamos por el cine, la última película que he podido ver -la escasez de tiempo, ese cáncer para el recreamiento y la expansión ludico-cultural- ha sido el clasicazo del demasiado olvidado King Vidor, The crowd -querría ahorraros el idioto título doblado, pero es más conocida como Y el mundo marcha-. Película muda, de 1928, cuyo visionado -como ocurre con el 90% del cine mudo que he podido ver- asombra por su incuestionable modernidad en el uso de los recursos cinematográficos. No obstante, el señor Murnau ya había realizado tan solo un año antes Sunrise, mi considerada, por el momento, cima absoluta del cine mudo. Por supuesto, no deben perderse ninguna de las dos.
En cuanto a la literatura, acabo de retomar la lectura que más estoy disfrutando este año, Asfixia, del inigualable Chuck Palahniuk. El libro contiene todos los mejores elementos de las otras obras suyas que he podido leer -Fight Club y Monstruos invisibles-, a saber: radical originalidad del argumento, protagonistas desgraciados al límite, situaciones impactantes, ritmo de exposición frenético, estructura tremendamente inventiva y dinámica y sus habituales dosis de desagradable paranoia que tanto disfruto. A falta de hincarle el diente al multi-elogiado Superviviente, y con Nana también pendiente en la recámara de mi estantería, puedo afirmar que Asfixia es la mejor y más completa, perfecta obra de Palahniuk.
Tuve que detener momentáneamente su fascinante y altamente adictiva lectura para hacer frente a la preparación de un examen de Movimientos Literarios sobre la literatura española del siglo XIX... preparación consistente en leer 20 textos de distinta longitud -desde romances hasta novelas propiamente dichas-... tarea que realicé, como es habitual en mí, en el más corto plazo de tiempo posible antes de la fecha fatídica. Resumen de la experiencia: haceos un favor y leed alguna vez en vuestra vida El estudiante de Salamanca de Espronceda una noche insomne a oscuras, no os perdais los artículos de Mesonero Romanos o Larra que caigan en vuestras manos -que no se tarda nada en leer eso, hostias-, id a ver el Don Juan de Zorrilla si lo representan con los decorados y diseños creados por Dalí y alejaos todo lo que podáis de la obra en prosa de Rosalía de Castro.
Termino con la música. Tras una serie de meses en los que el único disco que escuchaba era el de los grandes Murder by Death, ahora la banda sonora de mi vida se reparte intensamente entre las canciones del Digital Ash in a Digital Urn de Bright Eyes. Y es que en esto de la música soy de comportamientos obsesivos-compulsivos. En cuanto un disco me llega un poco más no paro hasta fundirlo. Lo que aguante este dependerá de cuándo escuche atentamente el de Lampshade.
Y esto es todo de momento. Si queríais leer más... ¡haberos comprado un libro, coño!
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